En el año de 1977 se conformó por primera vez la Compañía Nacional de Teatro. En aquel entonces, el carácter de la compañía era itinerante y su objetivo era promover la producción del teatro nacional. Sin embargo, el trabajo de la compañía era inestable -sobre todo debido al cambio de políticas culturales que se gestaban cada sexenio- y no fue sino hasta 2008 que la compañía se renovó, al quedar Luis de Tavira como su director.
Durante los 14 años que han transcurrido desde su reestructuración, la Compañía Nacional de Teatro ha logrado mantener una producción constante.
Uno de los factores más significativos para lograr este cambio consistió en la creación de una residencia artística para su elenco (gracias a un convenio con el Fonca), mismo que ha permitido que sus artistas trabajen creando teatro juntos por algunos años.
Lo anterior ha significado, entre otras cosas, que la identidad nacional de la compañía radique en los miembros que la conforman, es decir, sus producciones son mexicanas en cuanto a la nacionalidad de los artistas que en ellas participan, aun cuando los textos que representan pertenezcan a otras épocas y latitudes.
El cobijo para una compañía de teatro no es algo nuevo o exclusivo de la Compañía Nacional. Ya desde la época isabelina, las compañías de teatro recibían el apoyo de algún noble o algún acaudalado patrocinador, que les permitía contar con un presupuesto para producir sus obras y rentar espacios para sus representaciones.
Esta relación dio origen a los nombres de compañías como The Admiral’s men (Los hombres del Almirante) o The King’s men (Los hombres del Rey), a la que Shakespeare perteneció. El intercambio en estas relaciones era claro: las compañías de teatro podían realizar su trabajo con cierta holgura económica, siempre que los temas que trataran en sus producciones fueran favorables a los intereses de sus patrocinadores.
Hoy en día, los patrocinios institucionales para las compañías no se han transformado en gran medida, dado que las convocatorias para las distintas agrupaciones teatrales establecen los parámetros para brindar los apoyos.
En muchas ocasiones, estos límites siguen planteándose, en particular, en los contenidos temáticos, aunque también pueden ser de formato. Así pues, las compañías de teatro, en búsqueda de la supervivencia, se ven orilladas a responder a las necesidades de las instituciones que las financian.
Sin embargo, más allá de los lineamientos oficiales que les permiten subsistir, las compañías de teatro se forman porque sus miembros comparten una necesidad colectiva para expresarse artísticamente en el escenario.
En nuestro país existen compañías con misiones vitales para nuestra sociedad. Por ejemplo, Seña y Verbo se dedica a promover la lengua y la cultura de los sordos a través de obras de teatro.
La compañía de teatro penitenciario es un proyecto cuyos objetivos son: “la profesionalización teatral, el empleo remunerado y la reinserción social de los internos a través del arte y la cultura”* y, en nuestra UNAM, El Carro de Comedias, promueve teatro clásico al aire libre orientado a un público joven.
Nosotros, Olivia Barrera y Juan Alberto Alejos, ambos docentes del Colegio, hemos fundado la compañía Teatro Isla de Próspero.
A pesar de que en este momento la pandemia no nos permite empezar a trabajar arriba del escenario, pensamos que sí podemos establecer contacto con nuestra comunidad y escuchar qué es lo que esperan de la compañía del Colegio, más allá de la misión que nosotros hemos establecido de difundir el teatro a través de la experiencia gozosa de sus hacedores y, principalmente, de su público.
Así pues, los invitamos a que compartan con nosotros su visión sobre la compañía, en nuestras redes sociales: Instagram: @isladeprospero, Facebook: @teatro.isladeprospero o escribiendo directamente a teatro.isladeprospero@gmail.com
*Tomado de https://www.foroshakespeare.com/sedes-compania-de-teatro-penitenciario
