En algún lugar del Paseo de la Fama, Elisabeth Sparkles (Demi Moore) recibe su propia estrella; con el paso de los años, se deteriora y pasa de ser un espectáculo a una cotidianidad para finalmente ser ignorada.
Con ese timelapse se presenta a Elisabeth, protagonista de La Sustancia. Sin necesidad de una vista física, la directora ya relata mucho sobre el personaje con solo mostrar esa estrella, su fama, reconocimiento, olvido y vejez.
La Sustancia hasta ahora se ha convertido en una de las películas más impresionantes de 2024, no tanto por lo explícito e impactante que puede ser el final, sino por lo bien ejecutada que llega a estar, en especial, en el subtexto y crítica social que desarrolla de fondo.
Elisabeth es una mujer de una edad avanzada que sigue obsesionada con su físico y apariencia, pues con ella ha logrado ser reconocida por la industria y la sociedad; sin embargo, cuando es despedida y su programa es cancelado entra en un círculo depresivo, al sentirse no solo rechazada si no relegada socialmente.
Esto la lleva a probar “la sustancia”, un químico que genera una versión alternativa de ella misma, otro ser físicamente pero que comparten conciencia; la única regla es tener un equilibrio y cambiar de cuerpo cada siete días.
La Sustancia reflexiona sobre el papel de la mujer en la sociedad misógina que basa su valor en la “utilidad”, en darle placer a los hombres o al ser funcional para ellos.
Si bien nunca se observa a Elisabeth ser transformada por estos pensamientos sociales, sí se entiende que ella es un producto de este ambiente, es una mujer que vivió en esa realidad y se formó bajo esos estándares.
Cuando su contraparte, Sue (Margaret Qualley), encuentra trabajo como la “nueva” Elisabeth, la satisfacción está en ser aprobada de nuevo, en lo social y en lo canónicamente bello.
Elisabeth es una persona superficial, una adicta a la aprobación y aunque Sue pareciera ser una persona diferente, hay que recalcar lo que siempre se reitera: son la misma persona. Sue es la esencia de Elisabeth y es capaz de todo, hasta de matar para ser reconocida.
El mensaje es sutil, sin embargo, lo que no es sutil son las escenas, explícitas y exageradas, se encarreran in crescendo hasta un final que puede incomodar o hasta divertir, pero definitivamente impacta por toda la historia que ahora conocemos.
Sí es incómoda de ver porque los estándares de belleza, el papel de la mujer en un mundo machista y los límites a los que la sociedad puede llevarlas es una realidad incómoda. Dudas y sugerencias a:
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