Analiza cuando la bondad no está dirigida al bien sino a exaltar la pureza moral

Una discusión sobre Eutifrón

Una discusión sobre Eutifrón

La obra de Platón, Eutifrón, representa el inicio de una discusión importante para diferenciar religión y filosofía.

Muchos siglos después, la pregunta “¿Las cosas son pías porque las aman los dioses o las aman los dioses porque son pías?”, ha sido una referencia tanto del origen de la ética como del nacimiento de dos de sus valores más apreciados: la libertad y la autonomía.

No obstante, Iris Murdoch ve con cierto escepticismo ambos elementos, pues al parecer hay un tercero que ha sido olvidado desde la filosofía moderna: la soberanía del bien.

Si realmente nos importa saber sobre el bien moral, entonces no somos absolutamente “libres de” actuar sin restricciones, ni “libres para” hacer cualquier cosa, es decir, en asuntos morales es preferible que nuestra libertad y autonomía estén condicionadas por el bien.

Hay diversas interpretaciones sobre el dilema que plantea Sócrates. En una de ellas se afirma que la pregunta sólo puede ser planteada desde una incipiente búsqueda metafísica del ser de las cosas.

Sócrates analiza el significado de “ser amado por los dioses”. En la distinción entre la voz activa y la voz pasiva, muestra a Eutifrón algo que J. Calonge ha traducido en español como “esencia” y “accidente”.

Si seguimos el argumento socrático nos damos cuenta de que hay una diferencia entre lo pío como objeto directo de la acción. Los dioses aman lo pío en sí mismo y lo pío como accidente: lo pío es amado por los dioses. Las diferencias son importantes.

En el primer caso, el valor de lo pío es independiente de los dioses y en el segundo caso lo pío requiere necesariamente ser amado por los dioses para “ser pío”.

En el primer enunciado, lo pío es una realidad constituida por sí misma y en el segundo caso es un estado mental de los dioses.

Para Sócrates la pregunta tiene sentido porque aceptar que lo pío es una realidad independiente de los dioses abre muchas posibilidades.

Una de ellas radica en que las personas puedan reflexionar sobre sus acciones y decisiones para saber por ellas mismas si lo que están haciendo apunta hacia el bien, independientemente de la religión.

Aunado a esto, la crítica de Sócrates a Eutifrón podría haber sido más directa si hubiese cuestionado la actitud de Eutifrón ante el bien y la religión.

Si ser pío es obedecer a los dioses o seguir las costumbres porque los dioses lo ordenan, entonces Eutifrón no podría saber, por sí mismo, si sus acciones están dirigidas o guiadas hacia el bien.

Hay dos elementos importantes en la crítica de Murdoch, bajo la suposición de que somos egoístas por naturaleza se desprende que las acciones morales pueden ser tergiversadas por el ego y esto implica subordinar la soberanía del bien a nuestra voluntad.

Murdoch reconoce que el bien es indefinible y con ello se separa de las suposiciones metafísicas, aunque prevalece la metáfora platónica entre la luz y el bien.

Así, la filósofa y novelista propone una interpretación no metafísica para saber si las acciones apuntan hacia el bien o se desvían hacia el mal, el dolor, la crueldad y el sufrimiento.

Sócrates reprocha a Eutifrón que bajo el deseo de ser pío está dispuesto a presentar acusación criminal a su anciano padre, sin importarle el daño que pueda ocasionarle.

La preocupación de Eutifrón es aparentar ser bueno, pone en el centro su necesidad de ser bueno y se siente orgulloso de imponer su bondad a su padre.

En los términos de Murdoch, su bondad no estaría dirigida hacia el bien, sino a exaltar su pureza moral.

La paradoja consiste en que dirigir una acción hacia el bien requiere evitar la pretensión de ser buenos y la ironía implica reconocer que el bien es independiente de los seres humanos, mientras que el mal sólo tiene lugar entre los seres humanos, de ahí la soberanía del bien.

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