La lectura no sólo debe ser una obligación, sino que también debe reconocerse como una forma de autocuidado, pues brinda la capacidad de mejorar tanto en el aspecto mental como físico.
Diversos estudios han demostrado que un alto nivel de educación y estudio están asociados a una mayor probabilidad de mantener un funcionamiento cerebral adecuado por más tiempo.
Realizar actividades como leer supone un menor riesgo de deterioro cognitivo y de demencia, si esto se realiza con frecuencia. La lectura estimula el intercambio de información, la percepción, la concentración, la sed de conocimiento y además aumenta nuestra capacidad de análisis y comprensión.
Durante la lectura, nuestro cerebro experimenta una gran actividad, algunas regiones cerebrales se activan. La corteza visual, por ejemplo, tiene la función de procesar la información que consiste en símbolos que después son reconocidos como letras y palabras. A su vez, otras áreas del lenguaje activas generan el entendimiento además de imaginación, reduciendo el riesgo de demencia.
Es vital que cuidemos nuestra salud cerebral y nuestra reserva cognitiva que se refiere a la “la cantidad y la calidad de nuestro mobiliario intelectual”, lo que nos brindará herramientas para un envejecimiento con calidad de vida.
Así que es momento de que elijas aquellos libros que más te llaman la atención y empieces con pequeños intervalos de lectura al día, de manera que leer sea parte de tu vida.