Dentro del caudal de novelas que relatan los horrores de la Segunda Mundial, sobresale La ladrona de libros, del australiano Markus Zusak, que relata la vida de una niña que, entre la tempestad bélica, encuentra un refugio en la lectura. La protagonista de esta historia, que se convirtió en best seller, es Liesel Meminger, una niña judía de nueve años, adoptada por una pareja alemana, Rosa y Hans Hubermann. Son ellos los que le transmiten el amor por los libros.
El relato se desarrolla en Molching, pueblo ficticio en el que sus habitantes debían continuar con sus vidas a pesar de padecer un hostil conflicto apoyado por unos y rechazado por otros, pero que rápidamente se transformó en una presencia cotidiana. Y está contado por un peculiar narrador que bautizó a Liesel justamente como la ladrona de libros y que es el personaje central de una historia en donde la muerte es una presencia constante, pero también poética, elegante y sutil que no provoca escalofríos, sino que muestra su “lado humano” y, con ello, hace que el lector valore todavía más la importancia de seguir con vida bajo cualquier circunstancia.
En el fondo, el trabajo narrativo de Zusak es doblemente valioso. Por una parte, narra la historia de Molching, en la que vacía las experiencias que su familia alemana le contó sobre el holocausto. Por otra, enseña cómo los libros salvan vidas y regalan esperanza.
Algunos personajes de la novela destacan por su valor interior, como el pequeño Rudy Steiner, de atrevida y carismática actitud, y quien se enamoró de Liesel desde que la miró. Está también el propio Hans, quien protege a Liesel y guarda un gran secreto tras las notas que salen de un viejo acordeón. Y Rosa, una mujer dulce, pero que la guerra ha llevado a endurecerse y convertirse en autoridad de la familia.
Un personaje destacado es Max Bandenburg, el joven judío con profundos ideales que llegó inesperadamente a la vida de Liesel, y que, durante un bombardeo, mientras todos los civiles alemanes se refugiaban, decide salir de la clandestinidad de su buhardilla y disfrutar de la majestuosa noche estrellada, que le permite ser libre por un instante.
En síntesis, se trata de una novela conmovedora con un mensaje esperanzador: sí una niña de nueve años logró sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial gracias a la lectura, entonces todo es posible.
