Luis Mauricio Camargo tiene muy claro qué maestros han influido en su excelente desempeño académico. “Alguien que dejó huella fue mi profesor de segundo de primaria. Se llamaba Eligio, enseñaba bastante bien y fue gracias a él que le tomé aprecio a las matemáticas. En secundaria recuerdo a mi maestro de inglés, que era muy bueno y aprendías muy bien; le debo el nivel de inglés que poseo”.
El alumno del plantel Naucalpan, que tiene un promedio de 10, destaca a su profesor de Matemáticas VI en el CCH. “Aunque a algunos compañeros les pareciera muy estricto, yo me entendí bien con él. Sí era exigente, pero eso te ayuda, forma el carácter, porque no se trata sólo de ir a la escuela y aprender, hay que valorar el esfuerzo”.
Pero Camargo considera que en las clases a distancia ha cambiado el panorama: “Depende de cada profesor. Por ejemplo, tengo uno que se esfuerza y da muy bien su clase, he aprendido, pero hay otro que no da clases, sólo deja tareas. Mi profesor de Física se las ingenia, nos ha pedido elaborar experimentos en casa y eso ha ayudado a solventar la no asistencia al laboratorio”.
También afirma que se adaptó rápido al Modelo Educativo del CCH porque en su secundaria no eran demasiado estrictos. “Era un alumno regular, trabajaba bien y a tiempo, entonces cuando llegué al Colegio ya sabía lo que tenía que hacer. Este sistema me ha funcionado porque aprendo a mi propio ritmo, veo lo que me gusta”.
El alumno, quien planea estudiar Matemáticas Aplicadas y Computación, expresa que el sistema del CCH le agrada porque “da libertad para hacer lo que consideres en el momento. Lograr estas calificaciones requiere disciplina para entregar tus trabajos, estudiar por tu cuenta”.
Camargo observa que, en cuanto a la educación en general, “vamos bien, pero falta afinar detalles, en especial lo que he notado es que la educación no sólo parte de los profesores, sino de qué tan receptivos son los alumnos. Recientemente he visto cómo los estudiantes están menos dispuestos a tomar las clases”.
Uno de nuestros mayores problemas es la falta de empatía de la población, sostiene, “porque muchas veces vemos que algo pasa, pero como a mí no me afecta, no me importa. Si tan sólo nos pusiéramos a pensar cómo nuestras acciones afectan a los demás, podría mejorar la situación”.