La comedia plautina

Literatura dramática

La producción romana buscaba llamar la atención del espectador

Literatura dramática
La producción romana buscaba llamar la atención del espectador

Uno de los acontecimientos más interesantes de la historia de la literatura dramática —además de lamentable— es la pérdida de un número incalculable de obras de la antigüedad, muchas de las cuales fueron recuperadas por haber sido transcritas y encontradas posteriormente en condiciones excepcionales.

Este es el caso de la obra de Plauto (251 a. de C. - 184 a. de C.), nacido en Sarsina, de la República Romana, de quien se recuperaron únicamente 21 obras, gracias a que se había conservado un códice en papel pergamino con fragmentos del Antiguo Testamento, donde se descubrió que, debajo de las citas bíblicas, yacía una primera escritura, casi borrada por completo, con la obra del autor.

Como parte de la tradición cultural romana, Plauto había tomado de modelo a los griegos. Asunto de gran importancia en el caso de la comedia, pues resulta que se conserva, casi en su integridad, solamente una de puro origen griego: el Misántropo de Menandro; de modo que las conclusiones que se han inferido respecto a cómo era la comedia griega se han hecho a partir de las versiones que realizaron los romanos y unas cuantas líneas de la Poética aristotélica.

Por consiguiente, la obra de Plauto y, luego, la de Terencio conformó un referente para el género en la cultura de Occidente. Es así, que tanto los autores españoles de los Siglos de Oro, Shakespeare y Molière, poseen sus propias versiones de algunas de estas comedias romanas, inspiradas en las griegas.

La cuestión adquiere relieve, desde la técnica dramática, si tomamos en cuenta que, pese a que parten de una misma fuente, la perspectiva de cada autor se verá reflejada en su producto. Por ende, se explica que las obras inspiradas en la anécdota de Electra, un mito conocido por el público helénico, no posea el mismo espíritu en Sófocles que en Eurípides. Del mismo modo, puede inferirse que la comedia realizada por los griegos no tenía la misma finalidad que la que, más adelante, adoptaron los romanos.

Una de las principales diferencias yace en que, para los griegos, el teatro poseía una finalidad ritual, donde el efecto que producía la obra en su público buscaba un propósito concreto: catartizar o moralizar. En cambio, los romanos ya no tenían la misma opinión. Plauto, por ejemplo:

«.. se dirigía a un público masificado de mentalidad elemental, que no daba el triunfo al autor de la Hecyra, que asistía a unas representaciones al aire libre, con acústica precaria y con un ‹desorden típico de grupos humanos que buscan divertirse›».

De modo que gran parte de la producción dramática romana se proponía, por todos los medios, llamar la atención del espectador. Grandes conflictos morales o espirituales fueron dejados de lado para asumir que el público sólo quería —en su más bajo sentido— pasarla bien.

Es así que al contrastar algunas de las comedias de Molière con las de Plauto, se observa que hay diferencias sustanciales, pese a que ambas sean comedias. Una de índole social que valdrá la pena remarcar: a Molière, como hemos dicho en otras ocasiones, algunas de sus obras le valieron la censura; a Plauto, en cambio, parece que le fue muy bien, incluso, económicamente.

Gran parte de la comedia que se conserva de Plauto es de una especie que, hoy en día, se sigue realizando: la encontramos en series y películas, y a todos agrada: a nadie ofende, pero tampoco genera trascendencias. Pues, como veremos la próxima ocasión, esta comedia plantea una proposición que dista mucho de una finalidad artística, espiritual —mucho menos— de algún compromiso con la verdad. 

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