Federico García Lorca, a través de su obra La Casa de Bernarda Alba, realiza una crítica a ese mundo y lleva a la reflexión por la vía del arte, además hace que se entiendan los puntos de vista de sus personajes; por lo que “es fundamental conocer este tipo de obras en las que nos vemos como en un espejo, reflejados en actitudes que se reproducen hasta nuestros días”, consideró el primer actor de la Compañía Nacional de Teatro, Arturo Beristáin.
Ante estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades, el actor sostuvo que los artistas son las antenas de la sociedad, que están al pendiente de lo que pasa en su entorno; “Lorca percibe algo en esa realidad y lo refleja de manera poética en su obra”, en este caso La Casa de Bernarda Alba, título que forma parte de la Colección Textos en Rotación, del Colegio de Ciencias y Humanidades.
Durante la presentación de dicha obra de teatro, vía redes sociales del Colegio, el ponente recordó una metáfora de Alejandro Aura sobre la cultura, “ésta es una semilla que se siembra y echa raíces y éstas sacan un tallo que crece y echa ramas, hojas y flores; las flores son las bellas artes, la expresión más refinada del ser humano”.
“Todo acto civilizado es cultura, todo acto humano que no sea civilizado es barbarie y la barbarie está ganando terreno en nuestro país. Y la única manera de contrarrestarla es con la cultura, y la forma más refinada es la de las bellas artes y una de las más importantes es la poesía”.
Por lo que se congratuló de la reedición de este texto para los adolescentes del bachillerato. “¡Qué bueno!, porque es una manera de hacernos personas, de crecer y de que la vida no pase de noche, de estar comunicados con todos los demás, con el pasado, con lo que somos; además de que nos sirve como reflejo y proyecto de nuestra realidad, alabo la iniciativa”, aseguró.
También confió en que la lectura de García Lorca lleve a los estudiantes a otros autores, como Lope de Vega o Cervantes, “porque nos siguen diciendo cosas importantes de la vida y de lo que es el ser humano, además de dar placer. Hagamos un mundo mejor y que éste sea a través del arte”, exhortó.
Famoso, envidiado y temido
El poeta español, explicó el actor, es reconocido porque recupera la tradición española del romance, de ahí que se le conozca como “El romancero gitano”, hace un teatro poético con temas que van desde la España medieval, hasta el honor, la virginidad o el matriarcado y para ello necesita un nuevo público: el pueblo. Entonces crea la Barraca y se va a los pequeños poblados a representar sus obras y otras de Lope de Vega, un poco como lo que hace El Carro de comedias de la UNAM, señaló.
Agregó que Lorca era famoso, envidiado y temido porque llegaba profundamente al pueblo, pero además era homosexual que, en un mundo heteropatriarcal, machista, como lo era la España de la época, con un gobierno, donde Franco estaba aliado a Hitler, era algo que no iban a permitir y acabaron por asesinarlo.
Retrato de la realidad
La Casa de Bernarda Alba, junto con Yerma y Bodas de sangre forman la trilogía de las tragedias de Lorca. Se basa en un suceso real que conoció el autor cuando de joven se trasladó a Valderrubio, curiosamente existía ahí una viuda tirana que ejercía una fuerte influencia en sus hijas y las mantenía encerradas, se cuenta que él espiaba a esta familia.
Ahí fue donde configuró este drama de soledad, conformado por aspectos como el amor, la muerte y la sexualidad. “Con su obra hizo un retrato de esta historia. La maestría de Lorca fue retratar una realidad en la que los personajes se mueven sin que se vean los hilos de su conductor, es como si cada uno viviera su propia vida”, dijo Beristáin.
Es de llamar la atención que la protagonista se llame Alba, contrario a la imagen de luto que se guarda en la historia, también que al hacer una analogía con el contexto histórico se podría advertir la España, encerrada hasta la muerte de Franco, igual que las hijas de Bernarda.
Sin duda, Federico García Lorca es un autor al cual hay que acercarse, ya que su obra es fundamental para crecer como personas y llegar al alto nivel de ser un ser humano y no cadáveres que viven de noche en la realidad, concluyó el también director teatral.
