Ser docente en la complejidad

Ser docente en la complejidad

Se requiere de alumnos creativos, capaces de innovar

Ser docente en la complejidad
Se requiere de alumnos creativos, capaces de innovar

Ángel I. Pérez en su artículo “Ser docente en la complejidad” nos señala que en la comprensión de la categoría de competencias se encuentra una idea confusa, pues por un lado se aplica a la industria y ha querido traspasar sin más a la educación. Además, se sigue entendiendo que la educación es transmisión de información.

En su opinión, es necesario enfocarse en la cuestión de la complejidad del conocimiento, lo que nos llevaría a entender los contenidos de las asignaturas en una visión más holística y global, y entender las competencias enfocando la relevancia de vincular los conocimientos con la actuación y los valores, los cuales están interconectados. También señala Pérez que lo podríamos denominar pensamiento práctico.

El pensamiento práctico incluye saber hacer y se relaciona, dice Pérez, con necesidades básicas humanas, que son los sueños, las ilusiones, los intereses que tienen que ver con el proyecto personal de vida. En este asunto del carácter, señala Guy Claxton en su artículo “La escuela como aprendizaje epistémico”, publicado en 2014 en el Journal for the Study education, es necesario preocuparse no por el plan de estudios, pues para dar el salto al siglo XXI se debe implicar al estudiante en todo el proceso complejo del aprendizaje, para que se vuelva creativo y se implique en la autoevaluación.

Se tiene que considerar la relevancia del componente cognitivo humano, lo cual supone que no hay que privilegiar hechos, datos y fórmulas, sino valorar en la enseñanza el sistema de la personalidad del ser humano, pues hay que considerar el desarrollo integral de la persona, que tiene que ver con los valores éticos, con los intereses vitales de cada estudiante, con lo que le gusta estudiar.

La personalidad, escribe Pérez, es un sistema complejo, por ejemplo, a la capacidad racional hay que agregar las complejas emociones. El problema es que la escuela se ha desarrollado exclusivamente en el componente cognitivo, olvidando los valores implícitos en los temas de ciencias sociales y humanas; no integra las emociones y los sentimientos al enseñar, tampoco la imaginación ni la pasión que se obtiene al estudiar un tema de sumo interés para el presente, para la vida personal del estudiante o para enfrentar problemas actuales y vías de solución posibles desde la ciencia práctica o del saber humano.

La comprensión en el aprendizaje es importante si se piensa que se educa para el cambio, para transformar la vida, lo social o la producción de bienes; lograr la comprensión requiere del uso de múltiples componentes y si sólo se atiende a lo teórico, al uso de la abstracción y de la lógica, no se aprende a profundidad, pues para emplear la zona del cerebro que permite la entrada del conocimiento como es la amígdala, es necesario involucrar al alumno en todas sus dimensiones.

También se necesita que el alumno se vuelva creativo para que pueda innovar en el uso práctico del conocimiento, entonces es preciso dejar que el estudiante utilice la parte irracional, pero existen docentes que se escandalizan con esta propuesta, ya que temen la irracionalidad.

Necesitamos del uso equilibrado de todas las capacidades cognitivas de la persona, además, incorporar el ingrediente ético en la docencia, señala Pérez, resulta fundamental para entender el conocimiento, es decir, si por ejemplo se pregunta ¿para qué sirve estudiar esta teoría? si, por ejemplo, se parte de la respuesta que consiste en que va a ayudar a la condición humana o que va a mejorar los beneficios sociales, es posible que se dé con la clave para apasionar al alumno, para seguir aprendiendo y buscar más fuentes de conocimiento en una actitud autónoma del aprendizaje.

Al introducir el componente ético en la enseñanza se da la opción de pensar ¿por qué es deseable esta teoría? o ¿por qué debemos rechazar este avance en ciencia? o ¿por qué resulta peligroso? Es así como el aprendizaje tiene que enfocarse con complejidad en la mente. De ahí que la enseñanza se debe producir con sentimiento, imaginación, pasión, ética y con el sentido práctico de la teoría.

Pérez escribe que es importante considerar en la enseñanza los símbolos presentes a lo largo del desarrollo humano, y entonces considerar que puede servir para armar una estrategia sumamente interesante para el estudiante, si imaginamos un símbolo con mucho significado como puede ser por ejemplo la salud, la amistad o la convivencia pacífica como ciudadanos, tendríamos que preguntarnos como docentes ¿cómo hacer para que el contenido de mi materia se identifique con un símbolo social?

Quizá pueda ayudarnos a crear estrategias simbólicas, en lugar de sólo tratar de completar un formulario que sirve para igualar un proceso ya caduco, que es querer igualar la escuela a una fábrica, donde sólo se producen instrumentos, utensilios que son simplemente mecánicos. Pérez señala que hay que convivir con la incertidumbre, es decir, no querer volverlo todo objetivo y predecible y cuantificable. Es preciso crear una escuela imaginativa, que otorgue a todas las partes placer y paz en la enseñanza. 

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