joven y auriculares

Contaminación nada silenciosa

Contaminación nada silenciosa

De pronto te encuentras en medio del tráfico, escuchas los claxons de los autos cercanos, un silbato intermitente a lo lejos, los frenos y arrancones en cuanto se pone el semáforo en verde, la radio encendida, los gritos de otros conductores, el sonido de los escapes, y los mensajes de un teléfono celular, todos estos ruidos en conjunto pueden alcanzar entre 75 y 85 decibeles, veinte más de lo aconsejable por la Organización Mundial de la Salud para el oído humano.

El ruido, sonido inarticulado y desagradable es, en términos ambientales, contaminación acústica. Y aun cuando parece que no es perceptible, a diario en las grandes urbes, las personas conviven con estas características, que más tarde se manifiestan en problemas severos de salud.

De acuerdo con la OMS en el mundo existen 360 millones de personas con problemas de audición discapacitante, de las cuales 32 millones son niños, debido al ruido excesivo al que son sometidos sus ambientes. Y agrega que el problema entre la población adolescente y adultos jóvenes se extiende, por el uso de audífonos con música a alto volumen.

Al menos en riesgo un 1.1 mil millones de personas. De los adolescentes y jóvenes de entre 12 y 35 años de países de ingresos medianos y altos, casi el 50 por ciento están expuestos a niveles de ruido perjudiciales a consecuencia del uso de dispositivos de audio personales como reproductores de MP3 y teléfonos inteligentes, y un 40 por ciento lo están en clubes, discotecas y bares.

También se incluye el aumento del estrés y de la irritabilidad, falta de concentración, alteraciones del sueño, dolores de cabeza y reducción de la agudeza visual, que pueden llevar a deteriorar el desempeño laboral y escolar.

Entre las medidas que sugiere la OMS para ser aplicados por parte de las personas, padres, profesores, responsables de lugares de recreación, y los gobiernos, es mantener el volumen bajo, limitar el tiempo que dedicado a actividades ruidosas, vigilar los niveles seguros de exposición al ruido, prestar atención a las señales de advertencia de perdida de audición, hacer revisiones auditivas periódicas, promulgar leyes más estrictas y a aplicar con más rigor la legislación vigente en materia de ruido no ocupacional, entre otras.

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