La convivencia cotidiana en el aula o en el laboratorio, la cercanía física expresada en interminables sesiones de estudio tanto en la biblioteca como en una casa para terminar el mejor trabajo en equipo. O bien, el abrazo diario para expresar camaradería o amor, las amistosas charlas grupales en bancas, en pastos o canchas. En fin, el aprendizaje en conjunto que muchas generaciones disfrutaron vivió un colapso a partir del aislamiento generado por la pandemia de 2020. En ese momento, la comunidad universitaria hizo suyo un propósito: no detener el proceso formativo de los alumnos. Para que ello fuera posible, todas esas actividades que implican apego, labor colectiva, debieron suspenderse para dar paso a la educación a distancia. La generación que experimentó esa transición como ninguna otra fue la 2019-2021. Cada uno de sus integrantes recorrió las instalaciones de su plantel, conoció a sus compañeros y profesores y se adaptó al Modelo Educativo del CCH. Pero en un momento determinado, debió trasladar su salón al espacio designado de su hogar para continuar su aprendizaje. Hoy, esta generación, ya preparada, toma rumbo hacia la carrera elegida, consciente de que, si pudo enfrentar con éxito la nueva modalidad de clases virtuales, entonces no habrá desafío infranqueable.
