Uno de los retos más grandes de los profesores de cualquier tipo de Historia es convencer a los alumnos de que aquello que están estudiando es relevante en la actualidad e incide en la forma en que su mundo está construido. En el teatro esto también sucede.
Dado que el arte de las tablas siempre está en tiempo presente y dirigido a una población contemporánea, a veces pareciera que revisar a los griegos, a los isabelinos, o a los románticos, es acercarse a una tradición que ya no les dice nada. Sin embargo, cuando al hacer nuestras aproximaciones nos centramos en la universalidad de los textos es posible construir puentes del pasado al presente que siempre son reveladores e inquietantes.
Una de las estrategias que utilizo cuando enseño algún periodo de Historia del teatro es que, después de leer algún texto, comparto con los estudiantes algunas de sus producciones contemporáneas, mismas que, de alguna manera u otra manera, los hacen relevantes en su contexto. Después, solicito a los estudiantes que hagan lo mismo, es decir, que indaguen sobre propuestas contemporáneas de autores que estamos revisando.
Este año, mi alumna Tamara Escamilla realizó una presentación de Hedda Gabler de Ibsen, quien es, además, uno de mis dramaturgos favoritos. Su trabajo me ha gustado tanto, que he decidido utilizarlo en este espacio, un tanto porque creo que vale la pena compartir su forma de entender esta obra, pero, sobre todo, porque me parece una excelente oportunidad de invitarles a conocer tanto el texto como la producción sobre la que giró su exposición.
Sobre Hedda Gabler, misma que pueden leer en su totalidad en el siguiente enlace http://www.danielcinelli.com.ar/archivos/Obras/Segundo_nivel/Realismo_Europeo/Obras/Ibsen/Hedda_Gabler.pdf, Tamara nos dice: “Ibsen logra una profundidad psicológica en Hedda Gabler que sus obras posteriores nunca alcanzaron. Después de haber hablado sobre un personaje femenino en una sociedad patriarcal como lo hizo en Casa de muñecas, Ibsen amplió su investigación para abarcar la patología social completa de la mujer de aquella época. Y aunque Hedda Gabler es un ejemplo de feminidad pervertida, su situación resalta lo que Ibsen consideraba una sociedad depravada, decidida a sacrificar la libertad y la expresión individual de sus miembros más dotados.
“El conflicto de Hedda Gabler muestra el problema universal de la mujer en una sociedad construida por hombres. Hedda debe tomar decisiones personales, sin embargo, su sociedad no le permite estar equipada para hacerlo fuera de su familia. Por lo tanto, Hedda, a pesar de un profundo deseo de independencia, no tiene recursos personales para ser autónoma. Así, Hedda se convierte en una especie de Medea moderna, ya que tiene el deseo, aunque no la capacidad, de decidir su futuro, por lo que está dispuesta a sacrificarse a sí misma con tal de ser libre. Hedda expresa su frustración en intentos destructivos de autorrealización; al no tener ninguna influencia positiva en el mundo, Hedda sólo puede definirse negativamente, destruyendo lo que no puede aceptar como representación de su anhelo por la vida que no tiene. Con Hedda Gabler, Ibsen declara su protesta más poderosa contra la sociedad de aquella época.”
Ahora bien, el ejemplo de una puesta contemporánea de este texto poderoso y vital lo encontró en una producción del Ballet Nacional de Noruega —creada en 2017— y que puede verse en su totalidad (por medio de una prueba gratuita de 30 días) en el siguiente enlace: https://bit.ly/3dvDGYE. La razón principal por la que con mucha emoción comparto este enlace, es porque después de haber presenciado los clips de la presentación de Tamara, tuve la necesidad de ver la pieza completa. Todavía me siento admirada y profundamente conmovida al haber sido testigo de cómo la acción dramática de Ibsen es tan poderosa que no necesitó de las palabras para convertirse en una pieza de movimiento, tensión y compasiva. La Hedda Gabler del Ballet Nacional de Noruega es una prueba indiscutible de que la acción dramática tiene muchas y distintas formas de manifestarse en un escenario.
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