GLEE, Call me by your name, Love, Simon, Pose, La vie de Adèle… Si pensamos en narrativas que aborden algún tema LGBT+ en el cine y la televisión, seguramente nos vendrán muchos ejemplos a la cabeza. Sin embargo, si bien las historias enfocadas en estos personajes han aumentado significativamente en los últimos años a partir de la demanda del público y la apertura de nuevos espacios de difusión alternativos, el camino para lograr una verdadera inclusión y representación aún no termina.
Como conjunto, LGBT+ engloba a personas lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, transexuales, travestis, intersexuales y queer. Sin embargo, dentro de las narrativas cinematográficas –y sobre todo las más comerciales— las diferentes orientaciones sexuales se ven disminuidas a lo lésbico, bisexual y, en mayor medida, lo homosexual.
Piensa en las películas y series con temática LGBT+ que has visto en los últimos años, ¿lista/o? Ahora responde, ¿Cuántas giran en torno a un hombre gay? Muy seguramente, más de la mitad.
Ahora piensa en cuántas de esas producciones tienen como tema central la “salida del clóset” de la persona en cuestión o algún problema relacionado con los prejuicios por su orientación sexual, ¿son la mayoría?
Pareciera que el colectivo LGBT+ sólo puede existir en el cine y la televisión en tanto está compuesto por sujetas/os que sufren. Como si Simon (Love, Simon); Kurt, Blaine y Santana (Glee); Einar (The Danish Girl), y Abby (Happiest season) sólo existieran para enfrentar problemas relacionados con su orientación sexual y no pudieran experimentar historias de felicidad, realización y reivindicación.
¿Acaso quien pertenece al colectivo está destinado a vivir historias tristes y no de superación, aceptación o de algo que no esté relacionado directamente con la forma en que se identifica y vive el género?
Es importante recordar que el cine, aunque no quiera, educa al público. Y permitir que prejuicios y estereotipos sobre las personas de la comunidad LGBT+ continúen reproduciéndose, los condena a seguir en el papel de víctimas y no de protagonistas de sus historias.
Por eso, hay que ver más allá de acciones afirmativas –como incluir uno que otro personaje diverso estereotípico— y trabajar en acciones transformativas que permitan una genuina inclusión.
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