Marzo es considerado el mes de la conciencia a favor de los derechos de las mujeres y las niñas en muchos lugares del mundo, México y nuestra Universidad, con la intención de visibilizar las desigualdades socioculturales, políticas y económicas que se viven en el espacio público más allá del 8M, Día Internacional de la Mujer.
Por ello, como parte de la agenda de la Universidad y del mismo Colegio de Ciencias y Humanidades, reflexionaremos sobre el techo de cristal y la violencia política hacia las mujeres. Por un lado, el primero se refiere a diversas barreras que suelen ser invisibles, las cuales enfrentan las mujeres en el alcance de puestos de liderazgo o alta dirección en organizaciones sociales y/o políticas; son todas aquellas dificultades o limitaciones que encuentran las mujeres para ascender en la jerarquía laboral, a causa de prejuicios de género arraigados en las estructuras socioculturales, enfrentando discriminación por edad, por ejercer su maternidad, brechas salariales o creación de entornos hostiles en los espacios de trabajo, limitando así el libre desarrollo de la persona, desde su subjetividad hasta su desempeño laboral y toma de decisiones.
Por ello, el llamado techo de cristal es también un tipo de violencia política hacia las mujeres, pues ésta se define, de acuerdo con la ONU-MUJERES, como cualquier acción u omisión dirigida a servidoras públicas por el hecho de ser mujeres, es decir en razón de su género, mismas que tienen un impacto diferenciado en ellas, pues les afectan desproporcionadamente, con el objeto o resultado de menoscabar o anular sus derechos políticos, incluyendo el ejercicio pleno de su cargo y toma de decisiones. En ese sentido, la violencia política contra las mujeres puede incluir violencia psicológica, simbólica, económica, patrimonial, sexual e incluso, feminicida.
Por eso es de suma importancia que desde la Universidad y el Colegio se continúe avanzando en la generación de una agenda que promueva la igualdad sustantiva en todos los aspectos de la vida escolar y social, referida a la igualdad de poderes entre mujeres y hombres, pues actualmente contamos con indicadores que nos permiten indagar si esa igualdad es real o no, por ejemplo, el techo de cristal, nos muestra que las mujeres aún no están en todos los espacios políticos y cuando se ocupan, en múltiples ocasiones se limita el pleno ejercicio de sus derechos políticos en razón de su género. Por eso, como menciona Marcela Lagarde, resulta peligroso que alguien afirme: “¿qué más quieren las mujeres, si ya están en todo y tienen todo?”, pues no, no debemos confundir el hecho de cubrir cuotas de género con igualdad, pues no es lo mismo la mezcla entre mujeres y hombres en el espacio público, que la igualdad sustantiva; ejemplo de ello es que nuestros derechos humanos como mujeres están en cuestión permanente. Tal es el caso del derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, la decisión de ser madres, la interrupción del embarazo, la gestión de nuestra menstruación, el uso de anticonceptivos, la explotación sexual a través de la prostitución y la pornografía, así como los vientres de alquiler.
Es muy importante no olvidar la genealogía de las mujeres en la conquista de nuestros derechos como humanas, que llegó a uno de sus puntos más importantes con las diferentes cumbres internacionales a finales del siglo XX.
En 1993, en la Cumbre de Viena se planteó, por primera vez como tema mundial, la agenda del feminismo, sustentada en el primer derecho humano de las mujeres que es el derecho a la vida, pero no sólo a vivir, sino a vivir una vida libre de miedo y de violencia, ratificado en la Cumbre de Beijing en 1995. Así, cuando hablamos de igualdad, hablamos de derechos humanos de las mujeres, que nosotras estemos investidas de derechos plenos citando a Marcela Lagarde y entonces sí, hablaremos de igualdad.
Por lo anterior, es importante reflexionar sobre las causas de la violencia en nuestros espacios académicos y comunitarios, para que éstas no se produzcan, pues en ello radica la importancia y trascendencia de la agenda feminista del siglo XXI en la búsqueda de una sociedad con verdadera igualdad sustantiva.
*Profesora del plantel Sur.