Matrimonio

Novela "Tiempo muerto"

Margarita García Robayo escribe sobre el matrimonio

Novela "Tiempo muerto"
Margarita García Robayo escribe sobre el matrimonio

Una de las instituciones más importantes para el mundo occidental es la familia, ya sea desde su base social hasta su fundamento religioso, pues desde el matrimonio, esta estructura es importante para el desarrollo y sustento de las civilizaciones, debido a las tradiciones, la ética, la moral, incluso la economía. ¿Qué pasa, entonces, cuando esta unión se ve quebrada y fisurada?

Es bien cierto que conforme han pasado los años la concepción de familia ha cambiado, ya no sólo se piensa en la jerarquía de abuelos, padres, hijos, nietos y un etcétera interminable: hoy se puede pensar en dos padres, dos madres, uno solo de ellos, los abuelos, los hermanos…

¿Dónde se germina la familia? Puedo aventurar que es en la pareja: una relación inicial es el punto de partida para lo que después puede ser una descendencia. Justo en el punto de la pareja se centra la novelista colombiana Margarita García Robayo en su novela Tiempo muerto.

En esta novela, que fue traducida a diversos idiomas, la colombiana teje la vida de una pareja de casados, Lucía y Pablo, donde se pueden notar los hilos que componen esta raigambre familiar, pues cuentan con dos hijos -Tomás y Rosa-, quienes fueron engendrados in vitro.

Mediante un narrador omnisciente, la historia se cuenta en dos vías. La primera narra lo que ocurre con ella: sus obsesiones, su temor a envejecer, su sentido de pertenencia y de extranjería, pues Lucía siempre se debate entre el amor-odio que siente por su nacionalidad, su amor por su profesión como editora, así como las limitaciones que sabe tiene como madre, todo esto contado en un presente continuo, que suele evocar el pasado inmediato.

Por otra parte, narrado en pasado absoluto, se da cuenta de la historia de Pablo, quien es profesor de Historia de la universidad y alcohólico. Un día decide dejar la docencia por escribir una novela sobre su infancia y el terruño donde vivió, las carencias de salud que tiene (la historia detona cuando él tiene un infarto) y los múltiples problemas sexuales, tanto por adicción como la poca relevancia que ya tiene para él tener sexo con su esposa.

La anécdota parece sencilla, sin muchos vericuetos argumentativos, pero lo que se desprende de esto es la frialdad, la nula cursilería, con que cuenta las historias García Robayo.

El personaje de Lucía es crudo, real, con muchas marañas mentales; acaso, frente a ella, Pablo carece de esa profundidad, pues es más un cliché de las novelas centroeuropeas de profesores que buscan amores fuera del matrimonio y con ciertas esquirlas intelectuales. Acaso, también, una parodia.

El telón de fondo es una familia distanciada, así como un medio ambiente gringo donde todo luce y desluce, donde las culturas chocan y se complementan, donde el idioma es un referente y un punto de encuentro y distancia.

Sin duda, García Robayo conoce muy bien el oficio narrativo: sabe perfectamente tensionar y soltar la cuerda a complacencia, logra frases muy contundentes e, incluso, sus personajes llegan a  hondas reflexiones, lo que le da a la obra una esencia ensayística.

A mi parecer, Tiempo muerto se queda un poco a la vera de otra novela de la colombiana: Lo que no aprendí, breve y contundente, casi un cuento largo con muchos alcances poéticos, con diversas escenas memorables. 

Margarita García Robayo se consolida como una de las escritoras más destacadas en Latinoamérica. Más cercana a la narrativa de Fernanda Trías o de Cristina Peri Rossi, Piedad Bonnett o Pilar Quintana, esta autora compone una buena baraja de creadoras de la realidad continental.

Los alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades tienen la gran oportunidad de leer, en voz de autoras como García Robayo, a escritoras contemporáneas que comienzan a trazar una nueva ruta literaria en América Latina.

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