Este concepto posee varias posibilidades

Presente en la cultura popular

Este concepto posee varias posibilidades

Presente en la cultura popular
Este concepto posee varias posibilidades

Para Glenda y Raúl.

En recuerdo del cielo en la selva;

en la Laguna de Ocom.

 

Cuando nos quedamos quietos un minuto,

asustados, sorprendidos, alguien cerró la puerta desde adentro.

Mariana Enríquez, “La casa de Adela”

 

El fantasma que habita en mi casa vive aquí desde hace mucho tiempo. Ésta es su casa. Desconozco qué lo retiene de este lado. Desconozco su género, pero sé de memoria cómo cambia el aire que me rodea cuando siento que se cerca. A veces lo percibo enfadado o más bien furioso. Casi siempre está triste.

La palabra fantasma es un concepto que posee varias posibilidades para ser definido, interpretado. Me resulta interesante cómo suena en español y cómo se ve escrito en inglés. Su sonido hispánico es flotante; levita a causa del impulso de la f y debido al viento que provoca la s. En inglés, ghost se ve elegante y antigua como la palabra gothic con quien comparte sangre y familia.

Pienso en este concepto con frecuencia. Desde que tengo memoria pienso en ellos. Creo que cuando fui niña me enamoré de uno, pues me parece recordar que el niño con quien conversaba y jugaba no era un amigo imaginario, sino más bien un niño fantasma.

Para algunas personas, los fantasmas no existen. No hay manera científica de comprobar su existencia, ya que el rastro que sus pasos dejan también puede ser explicado mediante argumentos racionales.

Sin embargo, para quienes no conseguimos dejar de pensar en ellos, hablar de fantasmas nos emociona. Ya sea porque Edgar Allan Poe nos hechizó cuando lo escuchamos o leímos por primera vez; o porque disfrutamos de reunirnos alrededor del fuego para contarnos sus historias; o porque desde pequeños decidimos no ignorarlos, y en ocasiones hablar con ellos; o porque a algunos nos parece bello pensar en esos seres hechos de sábanas blancas e invierno.

Jorge Fernández Granados dice que a los fantasmas hay que darles “audiencia y justicia / con la misma dignidad que a los vivientes / pues si los ignoras / habitarán tus actos / porque también forjan los invisibles eslabones de tu miedo” (2012, p. 170).

Pensar en los versos del poeta mexicano me permite imaginar que los fantasmas también son aquellos pensamientos recurrentes que acuden a nosotros con insistencia, de manera obsesiva. A veces los atendemos cuando los escuchamos, y otras tantas decidimos que solo nos acompañen en silencio a donde quiera que vayamos.

Un fantasma es una compañía que al mismo tiempo es ausencia. Un recuerdo que atormenta o eventos que atesoramos, porque los consideramos valiosos. Hay fantasmas a quienes permanecemos atados por miedo a que nos dejen, a que se vayan. En ese sentido, el término puede pensarse como una forma de apego, es decir, de vincularse con el otro.

Pensar en la palabra “fantasma” es empezar a ensayar ideas en torno a un cuento de Amparo Dávila, o a uno de Mariana Enríquez. Es pensar en Comala, en El espinazo del Diablo, en casas tomadas.

Es un sonido indescifrable. La resonancia de una radio vieja que se enciende de improviso. El eco de un grito lanzado al vacío.

Un médium es una persona que posee habilidades psíquicas para comunicarse con seres de otros planos. Intercede en ambos mundos. Como los gatos, que tienen la capacidad de estar en medio. Como mi gata, que ahora duerme hecha rosquita justo debajo del quicio en la entrada de este estudio.

Enciendo una vela.

Veo la flama brillante y pienso en otras palabras que asocio al concepto protagonista de este ensayo: frío, obscuridad, azul, piano, dolor, cine, libros, espejo, fotografía, niebla, sueño…

Canción y luz. Junio de 2023.

 

Referencias

Enríquez, M. (2017). Los peligros de fumar en la cama. Barcelona: Anagrama.

Fernández Granados, J. (2012). Si en otro mundo todavía. Antología personal. México: Almadía.

Compartir: