Lorelei Ayala, estudiante de doctorado en Ciencias Bioquímicas del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, presentó su ponencia “¿Por qué envejecemos? Contribución de la autofagia en el envejecimiento del cerebro”, dentro de las actividades de la Semana del Cerebro con el apoyo del Departamento de Difusión de la Ciencia.
En la presentación de esta charla virtual, Cecilia Rosen, coordinadora de Comunicación de IFC, explicó que el estudio del envejecimiento del cerebro es una oportunidad para prevenir el deterioro de las habilidades cognitivas.
En su intervención, Lorelei Ayala explicó que su trabajo busca comprender la modulación de la autofagia, es decir, el proceso por el que la célula descompone y destruye proteínas viejas, dañadas o anormales para que los productos de la descomposición se reciclen para funciones celulares importantes.
En la charla, la investigadora comentó que “nos conviene estudiar por qué estamos envejeciendo y cómo podemos hacerlo de manera saludable, conservando funciones cognitivas y de salud de manera general”.
A modo de introducción, la ponente narró que desde la Grecia antigua la humanidad se preguntaba: “¿por qué envejecemos? Fue entonces que Eos, diosa griega del amanecer, pidió a Zeus que hiciera inmortal a su pareja, deseo que le cumplió, sólo que a Eos se le olvidó pedir que se conservara joven, por lo que su amado comenzó a envejecer”.
En seguimiento, explicó que en la historia de la humanidad se han presentado características fenotípicas que, de manera normal, se asocian a las personas envejecidas, tales como la aparición de canas, flacidez en la piel, arrugas, entre otras.
“Otra de las leyendas es la fuente de la eterna juventud, que si se encuentra, se bebe o se baña en ella, se conserva la juventud o ser inmortal”, indicó.
Lorelei Ayala señaló que estas ideas no están alejadas a la realidad, porque “nos ofrecen terapias antienvejecimiento. Gracias a la mercadotecnia hay una amplia oferta de productos y servicios para tratar de no envejecer o para rejuvenecer y no necesariamente están sustentados con una base científica”.
Por ello, explicó que “nos pueden vender sueros antiedad o vacunas antienvejecimiento. Estos ejemplos sirven para darnos cuenta que éste es un campo de mucho interés para las personas”.
Sin embargo, expuso que estos productos pueden tener inconvenientes si no están apegados a las bases científicas generadas en un laboratorio, es decir, puede malversar el objetivo del por qué se estudia el envejecimiento.
Por último, destacó que en organismos envejecidos los fármacos o intervenciones no sirven, “pero lo que sí funciona, y de acuerdo con los contextos de vida del paciente, son los estilos de vida saludable como el ejercicio, cambios en la dieta o dormir de manea adecuada”.