Paula Sibilia

Conferencia magistral de Paula Sibilia

Ante el mundo digital, pizarrón, bibliotecas y los salones de clase quedan rebasados

Conferencia magistral de Paula Sibilia
Ante el mundo digital, pizarrón, bibliotecas y los salones de clase quedan rebasados

La escuela tradicional, como la conocemos, es una tecnología de época que ya es incompatible con la era contemporánea, consideró la doctora Paula Sibilia, de la Universidad Federal Fluminense (UFF) de Brasil, al ofrecer la conferencia magistral “Entre paredes y haberes, cambios históricos en la escuela y la subjetividad. Modos de vivir en las tecnologías”.

Al participar en el XXI Coloquio Nacional de Formación Docente, cuyo propósito fue reflexionar sobre los retos de la Educación Media Superior durante y después de la pandemia, Sibilia hizo una propuesta desde el punto de vista histórico social, sobre la compatibilidad de las tecnologías digitales contemporáneas, vistas no sólo como computadoras e internet, sino como modos de vida que suponen, proponen y estimulan comportamientos de sus usuarios.

En esos términos, al hablar sobre la escuela, sus características y funciones sociales, explicó que tal como la conocemos es el resultado de “una tecnología de época, de la era moderna y cultura occidental, compatible con las subjetividades y los cuerpos modernos de la sociedad industrial”.

Sin embargo, estamos en un mundo digital, que la pone en conflicto, desde una visión antropológica y genealógica, “porque nos estamos volviendo incompatibles con las tecnologías analógicas”, como el pizarrón, el papel, la pluma, las bibliotecas e incluso los espacios cerrados de clase. 

Si pensamos en la escuela tradicional la podemos pensar también como una especie de máquina o dispositivo complejo, “una máquina que se proponía producir seres humanos modernos” en cada estado nación, donde los ciudadanos tenían que estar dotados de ciertas características y saberes como: historia nacional, habilidades matemáticas y civilidad moderna, así como el respeto a las jerarquías y los horarios.

Sus paredes servían para generar concentración, muy importen para ese proyecto moderno, para que hicieran sus tareas y desarrollarán introspección, concentración y disciplina.

Si contrastamos la era contemporánea digital caracterizada por la conexión, visibilidad, dispersión y la multitarea en que vivimos, no solamente es distinta, “sino contraria y el desafío es muy grande porque la sociedad moderna suscita con sus valores y creencias que entran en conflicto directo con los modos de ser de la escuela general”, refirió la profesora del Departamento de Estudios Culturales y Medios de la UFF.

Aclaró que, desde la perspectiva antropológica y genealógica de que los cuerpos, los modos de ser y las subjetividades no son siempre iguales, la especie humana no es inmutable sino que cambia culturalmente, porque somos seres culturalmente flexibles.

“Somos compatibles con ciertas tecnologías de nuestra época, en un sentido amplio con todos los artefactos que nos rodean y sobre todo con los modos de vida históricos que proponen y estimulan”, es la base de la que partimos, explicó.

Estamos pasando de la era moderna, de las imágenes del sigo XIX y XX, de la cultura irradiada por las metrópolis europeas, por su impulso colonizador y modernizador hacia otro momento histórico contemporáneo, compatible con dispositivos digitales.

Sobre todo, en las dos primeras décadas, “nos convertimos en cuerpos compatibles con los dispositivos móviles de información y comunicación que son los más emblemáticos de esta transformación, porque permiten comunicarnos en todo momento y lugar; son de uso individual, computadoras portátiles dotadas de pantalla, cámara y acceso a redes”.

Mientras que en la era moderna éramos compatibles con dispositivos analógicos, como el libro, papel, cuaderno, escuela o biblioteca; ahora somos más compatibles con otro tipo de artefactos como celulares y computadoras. “Es una transición de un momento histórico, de un régimen cultural hacia otro, de un mundo relacionado con las tecnologías analógicas a las digitales”.

Las tecnologías no son neutras o neutrales porque son históricas, tampoco son buenas o malas, porque eso es un juicio moralizador. “Traen una marca de época, traen valores y creencias, suponen, proponen y estimulan ciertos modos de usarlas, que son modos de vivir”, concluyó la ensayista e investigadora de nacionalidad argentina, dedicada al estudio de temas culturales contemporáneos bajo la perspectiva genealógica, contemplando particularmente las redes entre cuerpos y subjetividades, tecnologías y manifestaciones mediáticas o artísticas.

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