Apropósito del 10 de mayo, día en que celebramos a las madres en México, resulta importante reflexionar sobre una idea central en los debates en torno a los derechos reproductivos y de justicia social: las maternidades, vistas como un derecho y una posibilidad de las mujeres a elegir sobre nuestros cuerpos de manera libre, informada y voluntaria.
Es importante hablar de maternidades elegidas y deseadas porque durante años la maternidad fue vista como un destino inevitable para las mujeres; esto llevó a muchas mujeres a vivir maternidades forzadas, en condiciones de violencia, pobreza o aislamiento.
La promoción de maternidades deseadas es también clave para la construcción de infancias y adolescencias felices que conlleven a formar una sociedad equitativa, respetuosa y justa.
Históricamente, la maternidad ha sido uno de los bastiones de dominación y control sobre las mujeres. Más allá de su dimensión biológica, la maternidad es una construcción sociocultural cargada de significados históricos, económicos y políticos, por ello, abordar la maternidad desde un enfoque crítico implica cuestionar no sólo las condiciones en las que se ejerce sino también el mandato de ser madre como un destino natural e incuestionable.
En nuestra sociedad, la maternidad ha sido idealizada como máxima expresión de amor, sacrificio y realización femenina, sin embargo, esta narrativa ampliamente arraigada invisibiliza a quienes no desean maternar o no pueden hacerlo.
Así, bajo el mito del “instinto maternal”, se impone la idea de que todas las mujeres nacen con el deseo de ser madres, desconociendo que este deseo, como cualquier otro, también está mediado por condiciones sociales y simbólicas.
Del mismo modo, el mandato de la maternidad tiene consecuencias materiales pues en sociedades patriarcales como la nuestra, las mujeres somos socializadas desde la infancia para cuidar, nutrir y priorizar las necesidades ajenas sobre las propias.
Esta educación se traduce en la adultez, en una distribución desigual del trabajo doméstico y de cuidados, que recae casi exclusivamente en las mujeres con un escaso reconocimiento económico e institucional.
Cabe mencionar que las maternidades no son universales ni homogéneas; existen maternidades autónomas, indígenas, adolescentes, migrantes, racializadas, empobrecidas, etcétera; es fundamental visibilizarlas, pues no hacerlo promueve la exclusión de miles de mujeres cuyas condiciones de vida dificultan o impiden el ejercicio pleno y libre de su maternidad.
En este sentido, no sólo es necesario la generación de políticas públicas en todos los niveles que garanticen el derecho pleno de ser madre en condiciones dignas y elegidas, para ello es fundamental el derecho a decidir ser madre o no.
Para todas las madres del Colegio: profesoras, estudiantes y funcionarias, es importante que nuestra institución continúe fortaleciendo sus tareas sobre igualdad de género, en la construcción de condiciones que nos permitan ejercer una crianza libre, colectiva y acompañada, reconociendo la dignidad de las madres no desde el sacrificio y la abnegación sino desde la autonomía y la libertad.
*Profesora del plantel Sur