ENRIQUE ESCALANTE CAMPOS

Enrique Escalante Campos, maestro de Estética

El profesor del plantel Naucalpan considera que su labor ha sido más útil en el turno vespertino

Enrique Escalante Campos, maestro de Estética
El profesor del plantel Naucalpan considera que su labor ha sido más útil en el turno vespertino

“Pertenezco a una generación sándwich: no soy fundador ni profesor nuevo. El plantel Naucalpan tiene particularidades: en la mañana asisten jóvenes de determinada clase, pero los de la tarde no son de zonas marginadas, pero sí problemáticas”.

En entrevista, Enrique Escalante Campos contextualiza así su práctica docente y señala que se adaptó al Modelo Educativo del CCH en poco tiempo: “Entrar muy joven permitió que mi docencia fuera más fluida con los jóvenes, siempre con respeto mutuo”.

Comenta que antes de ingresar al CCH hizo su servicio social en la Preparatoria Popular Tacuba, donde adquirió “esa mística para entender mejor a los chicos del turno vespertino”, con los que ha elegido trabajar: “Empecé a conocer a estudiantes con muchos bríos, no sólo para concluir el bachillerato sino para alcanzar la licenciatura. Ahí desarrollé mi capacidad creativa. Mi especialidad es la Estética, como difusor de la cultura, eso me facilitó involucrarme con ellos no sólo en el aula”.

El maestro en Filosofía afirma que las generaciones de alumnos han cambiado. Muchos son hijos de familia, otros viven solos y tienen problemáticas profundas: “Vienen muy golpeados por la vida, algunos muy resentidos socialmente. A veces nos ven como si fuéramos sus enemigos y esto no permite el flujo académico. Y me  pregunto: ¿en dónde soy más útil? En el vespertino”.

El especialista en Historia del Arte explica el trabajo que realizó junto con otros colegas para rescatar a los alumnos que no entraban a clases. Se acercaron a ellos por medio del ajedrez: “Logramos vincularlos a las aulas, no a todos. Cuando hay trabajo comunitario conjunto se pueden hacer las cosas”. Y recuerda a Alberto Híjar, su asesor de tesis e investigador del INBA, que fue un referente en su vida: “He retomado su forma de impartir clases”.

“Soy generación baby boomer, reacia a la tecnología”, detalla. “Cuando llegó la pandemia me enfrenté a este panorama. Si no me actualizo, muero. Tomé 120 horas de cursos Zoom, cada vez descubro cosas nuevas con el apoyo de los compañeros que nos tuvieron mucha paciencia”.

El maestro sostiene que ha debido organizar su trabajo de manera virtual: “Si soy creativo en el aula, lo puedo hacer en línea: incluso me disfrazo, pongo música, actúo; mis alumnos, felices. Todo mi material lo digitalicé. Al finalizar el curso les pido una carta para que me expresen lo que les ha parecido y ¡sorpresa!, dicen que mi actitud los motiva, pese a la pandemia, a seguir adelante”.

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