Desde hace algunos años, con el estreno en cines de la película Iron man, los héroes y las heroínas se han apoderado de nuestras pantallas, han invadido los espacios publicitarios, las charlas de adultos, jóvenes y niños. En estos años las películas sobre las vidas y aventuras de los héroes se han vuelto tan esperadas que muchas personas hacen filas de largas horas con la intención de ser los primeros en ver el tan anhelado filme y así evitar los spoilers que inundan las redes sociales tras sus estrenos.
Pero, a todo esto, ¿quién es el héroe? ¿Qué importancia tienen las figuras heroicas para nuestros tiempos? Lo primero que hay que decir es que los héroes son personajes presentes en las narraciones míticas del mundo. Los mitos durante muchas décadas fueron considerados historias falsas o simples fantasías y ficción.
A partir de los estudios de Mircea Eliade, Lévi-Strauss y algunos otros pensadores, la narración mítica del mundo es revalorizada y considerada una “Historia verdadera de inapreciable valor, porque es sagrada, ejemplar y significativa.” El mito cosmogónico, es decir, aquel que nos cuenta el origen del mundo, es “verdadero” porque el mundo existe, el mundo está ahí para probar la existencia de lo que el mito ha narrado.
Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras nos dice que los mitos son expresiones simbólicas y significativas que actualmente se encuentran presentes en los sueños, los cuentos de hadas, las tragedias, el cine y el arte en general.
El pensamiento mítico nos remite a lo inefable, a lo inconmensurable; es todo aquello que escapa a la temporalidad pero que a la vez trastoca toda condición humana. Los seres humanos, desde los tiempos más antiguos, han encontrado en el mito los fundamentos de su existencia, están llamados a rememorar y reactualizar dichos fundamentos a través de ritos y rituales.
Los mitos cumplen la función estructuradora de la conciencia humana de forma individual y colectiva, ¿esto qué significa? Quizá una de las inquietudes más antiguas de los seres humanos es llegar al conocimiento pleno de nuestra existencia: “Saber quiénes somos”, es aquí donde el mito del héroe y de la heroína se hacen presentes y toman un papel relevante.
Según los mitos, las personas heroicas son aquellas que podían enfrentar grandes dificultades, viajar al mundo de los muertos y regresar victoriosos. En la figura del héroe se encarna la posibilidad de alcanzar la singularidad cósmica, el sí mismo, el quiénes somos.
El mito del héroe nos cuenta un viaje, una travesía donde el tesoro a encontrar es el conocimiento pleno de nuestra propia existencia. Los mitos que pueden otorgar sentido a nuestras vidas son esencialmente primarios y arquetípicos, pueden llenar nuestro corazón de terror, pero también pueden liberarnos de formas de vida inauténticas.
La naturaleza del héroe y/o de la heroína mantiene un esquema común dentro de la narración mítica heroica. El héroe tiene por lo general un origen divino, proviene de padres celestiales. Un sueño o profecía anuncia que su nacimiento acarreará una desgracia para su familia o para su pueblo.
En función de lo anterior se intenta alejar el peligro ya sea ordenando la muerte del infante o encerrando a su futura madre para evitar su nacimiento. Después del nacimiento –que no se pudo evitar- el futuro héroe/heroína es abandonado para que muera. Posteriormente a su abandono es rescatado por alguna persona humilde, finalmente, descubre su origen y cumple su destino como redentor del universo.
La crisis de la sociedad moderna es precisamente que ya nadie se siente heroico dentro del plan de acción que la sociedad nos ha fijado. Vivimos tiempos de malestar psicológico de crisis de identidad y de comunidad, de carencia de conocimiento de sí mismo: La superficialidad de la cultura de consumo (moda, dinero), las mil y una sensaciones producidas por el éxtasis (consumo de drogas etc.) la dispersión de la información (redes sociales) la pérdida de orientación axiológica, todo esto nos invita a retornar en la búsqueda del yo profundo… he aquí la importancia de la travesía del héroe. Al final, no es convertirse en otro sino descubrir para qué existimos.
