GuadalupeDueñas

Escritora mexicana esencial

Pertenece a una generación de excepcionales cuentistas

Escritora mexicana esencial
Pertenece a una generación de excepcionales cuentistas

México tiene entre sus escritores a un puñado de cuentistas excepcionales. La llamada Generación de Medio Siglo respondió a la universalidad de la escritura y a entender el arte como una profunda asimilación de las vanguardias universales: entre los autores se dejaba ver la influencia de creadores como Hemingway, Faulkner, Dos Passos, Flaubert, Klossowski, Tsvetáieva, en fin.

Mientras España seguía siendo un referente novelesco y de Francia llegaba el nouveau roman, con Alain Robbe–Grillet, Michel Butor, Nathalie Sarraute y Claude Simon, por mencionar algunos, Latinoamérica se comenzaba a posicionar como un territorio donde las narraciones breves eran, sin duda, la punta de lanza literaria. 

En México, la antes llamada Generación de Medio Siglo contaba con autores y autoras que apostaban por un esnobismo, por la intelectualización de la literatura. Entre ellos se contaban Salvador Elizondo, Inés Arredondo, Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas, Emilio Carballido, Rosario Castellanos, Elena Poniatowska y Sergio Pitol.

Unas de sus características era que el cuento fue un laboratorio creativo que generó libros hoy emblemáticos, si pensamos, por ejemplo, en Nocturno de Bujara, La noche, Narda o el verano, Río subterráneo, Árboles petrificados y Tiene la noche un árbol, por sólo mencionar algunos.

Es sobre Guadalupe Dueñas sobre quien recae esta colaboración. Perteneciente a esta generación, aunque un poco mayor a ellos, tuvo las mismas preocupaciones que sus contemporáneos: las relaciones personales en tiempo modernos, la liberación femenina, el terror, la sociedad moderna contra la sociedad anticuada, lo insólito, la literatura como tema central de la obra.

Estos temas la hermanan con un grupo de mujeres, en específico: Inés, Guadalupe, Esther (Seligson) y Elena Garro, estas últimas de mayor edad, pero que se vincularon por sus preocupaciones estéticas.

Guadalupe Dueñas es mi preferida dentro de esta baraja de autoras, porque en ella no se deja ver sólo el terror (género en el que Dávila es mucho más destacada), sino que articula breves ensayos con el ritmo de la cuentista, la urdimbre entre la ficción y la crítica, donde sus personajes forman parte de un ecosistema de calibraciones mentales.

Además, en ella siempre entra en juego lo que quiero llamar como una zoología ovídica, en la que los temas mitológicos hacen patente el juego entre la modernidad y la tradición.

Esta zoología fantástica recuerda al Montaigne más destacado y al Borges más juguetón, así como a los griegos, quienes ponía a jugar la moral y el juicio.

Inteligente, con un humor negro muy afilado, dedico su literatura a crear entornos y ambientes opresivos y poéticos. Nunca buscó el libro largo, sino un imaginario breve y directo, hecho de una geometría muy acendrada y meticulosa.

Entre sus libros de cuentos destacan Tiene la noche un árbol y No moriré del todo, donde se hallan historias  del canon nacional como La tía Carlota, Al revés, El sapo, La araña, Las ratas, así como los dos que le dan nombre a sendos libros de narraciones mencionadas  al inicio.

No cabe duda que para los alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades conocer y reconocer la obra de Guadalupe Dueñas sería de enorme placer y de enseñanza debido a que con solo leerla se puede entender o imitar un estilo pulcro y económico en el lenguaje.

Como parte de la promoción de la lectura, el CCH publicará una antología de esta autora para que los estudiantes puedan conocer algunos de sus cuentos más emblemáticos y logren entablar con ella un diálogo silencioso entre lector y escritora.

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