Leí de muy joven la poesía de Coral Bracho y, sin duda, definió mi sentido y perspectiva de la poesía. Comencé con ese bellísimo libro llamado Peces de piel fugaz, es breve y perfecto. En él, la ciencia y tiempo son hilos que zurcen los poemas que componen el primer libro de poesía de la escritora mexicana.
Dedicar esta colaboración a ella es coyuntural, pues recién recibió el XXI Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. Y me parece un gran acierto que las últimas dos ganadoras de este galardón sean escritoras de América Latina: la uruguaya Circe Maia y la mexicana Coral Bracho.
A ellas se suma, en 2022, el poderoso poeta chileno Raúl Zurita. Entre Maia u Bracho hallo muchas similitudes, su minuciosa obsesión de observación, con versos muy orales, con metáforas hechas entre el viento y el agua.
Pero regreso al inicio: acaso tenía 13 o 14 años cuando descubrí Peces de piel fugaz:
Deja que pasen,
deja que inunden con su sombra imprecisa
los resquicios, las fuentes, los piracantos,
deja que impregnen su ansiedad de batracios
en las baldosas tibias.
Savia de lirios. Desde este
rumor huidizo.
Las tardes brotan de los vapores
en la terraza. Las noches mecen la flama.
De aquí: los arcos,
los algarrobos
y los delirios.
Algo en su poesía siempre parece descubrir el más pequeño de los resquicios, además de sorprender al lector con la inusual manera de adjetivas “sombras imprecisas”, “rumor huidizo”.
Después me acerqué a sus dos libros, lo que considero los más acabados, los mejores, donde hay indagaciones diversas, con una oralidad muy pulida: El ser que va a morir y Ese espacio, ese jardín.
En el primer caso, su poesía está cargada de erotismo, una inteligente y sensible expresión femenina del cuerpo. Todo ocurre en el cuerpo, por los sentidos, para de la imagen al sonido a un roce de piel. Hay una intención denotativa, deja de lado la metáfora de Peces de piel fugaz:
Oigo tu cuerpo con la avidez abrevada y tranquila
de quien se impregna (de quien
emerge,
de quien se extiende saturado,
recorrido
de esperma) en la humedad. Texto a bando
Por su parte, Ese espacio, ese jardín toma una posutura reflexiva, sobre la muerte y la estancia en la vida, por el espacio, el tiempo, la belleza:
Unen
la luz del tiempo, las estancias abiertas, incesantes,
del tiempo, sus remontables laberintos, su abarcable acaecer:
Este aliento,
esta savia que funde, que transluce, que nos envuelve
como un oleaje,
como un acorde: Estos contornos íntimos.
—Un giro breve del cristal. —Una arista de luz.
Una textura. Una palabra.
—Porque la muerte tiene
en el colmado corazón de la vida
enraizados sus vértices,
y en ellos arde,
en ellos cede, en ellos une
esta espesura. Texto a bando
Sin duda, es buen momento para los jóvenes del bachilleraro de reconocer(se) en la poesía de Coral Bracho su propia voz e intimidad.