El segundo fin de semana de abril se llevó a cabo, por primera vez en formato presencial, el Cuarto Festival de Teatro Estudiantil Inter-CCH, un evento que ya tenía su antecedente en la virtualidad
—desde 2020— y luego a modo de concurso, gracias a las gestiones del Programa de Fomento, Estudio y Difusión del Teatro en la comunidad del CCH.
En esta ocasión, no solo cambió el formato del festival, sino que se llevó a cabo en el Teatro Estefanía Chávez Barragán, antes Carlos Lazo, de la Facultad de Arquitectura, un teatro profesional y que —nos comparten sus trabajadores— a partir de su remodelación, perdió el ritmo incesante de sus actividades, tanto de enseñanza como de montajes. Los días sábado 13 y domingo 14 de abril, el escenario regresó a la vida.
El evento comenzó el día 13, muy temprano, con la inauguración por parte del doctor Benjamín Barajas, director general del CCH.
Cabe destacar la presencia de alumnos de todos los planteles y de los padres de familia que los acompañaron. Algunos de ellos —además del acompañamiento físico y para sorpresa de todos— se involucraron al punto de colaborar con la dirección de obras, como fue el caso de Corazón delator, mismo montaje donde la madre del joven intérprete realizó el vestuario. No fue un caso aislado: en las butacas podía verse, entre función y función, a madres y padres que peinaban, vestían o maquillaban a sus hijos.
En total, fueron 12 producciones estudiantiles las que pudimos apreciar, representantes de los cinco planteles del Colegio; todas ellas, ganadoras en alguno de los tres primeros lugares de los concursos locales: el sábado, The Greates Showman, de Michael Gracey y Jenny Bicks, dirección de Arturo David Cervantes Viana (Vallejo); La banca, de Víctor Hugo Rascón Banda, dirección de Frida Naomi García Lara y Fredy Emiliano Ramírez Ramírez (Oriente); y El cadáver de la novia, adaptación de la película de Tim Burton, dirección de Vanya Valadez Zelocuatecatl (Azcapotzalco),
Además, Central Park West, de Woody Allen, dirección de Ximena Simón (Naucalpan); Se vende una mula, anónimo, dirección de Rodrigo Ríos (Naucalpan); Medea, de Elena Garro, dirección de Tabata Naomí Martínez Banuet (Vallejo); y La señora en su balcón, de Elena Garro, dirección de Dafne Estrella Ocaña Pedraza (Azcapotzalco).
El domingo 14: ¿Qué es ser diferente?, creación colectiva, dirección de Cynthia Guadarrama; y Balas sobre Broadway, de Woody Allen, adaptación de Aldo Adame y Daniela Ramírez, dirección de Lorena Itzhel González Flores (Vallejo).
Además, Corazón delator, basada en el cuento de Édgar Allan Poe, dirección de Macedonio Santiago Martínez y Santiago Guerrero Cid (Oriente); Se busca un tenor, de Ken Ludwig, dirección de Dana Valeria Vergara Muñoz (Naucalpan); y por último, Diles que no me maten, adaptación del cuento de Juan Rulfo, dirección de José Luis Razo de la Rosa (Azcapotzalco).
Cada obra estuvo a la altura de las circunstancias, pues implicó presentarse en un espacio diferente al de los planteles, así como tener muchísimas posibilidades escénicas y mantener la atención del público vivo.
Nos sorprendieron muchísimo el desempeño de Balas sobre Broadway, del plantel Vallejo, obra en la que destacaba la actuación de los noveles actores, pues solo se valían de unas sillas, vestuario y juegos de luces que supieron explotar.
Diles que no me maten, obra con la que cerró el Festival, fue una grata sorpresa, con una adaptación bastante limpia y acertada, pues evocaba de forma poética la atmósfera de Juan Rulfo; la energía, entrega y el tono correcto en las actuaciones —además de la creación de imágenes con pocos elementos escénicos— terminaron de coronar el evento con este proyecto del plantel Azcapotzalco.
Esperamos, con mucho anhelo, que el próximo año podamos presenciar más obras y que la comunidad cecehachera se siga fortaleciendo en actividades humanísticas y de aproximación artística.
