TLRIID

La experiencia de la exprofesora de TLRIID

Sirve también en el proceso de enseñanza-aprendizaje

La experiencia de la exprofesora de TLRIID
Sirve también en el proceso de enseñanza-aprendizaje

Llevar el teatro a escenarios de bachillerato con fines didácticos por parte de los profesores, es la experiencia de enseñanza-aprendizaje más valiosa e importante que se puede obtener en la tarea pedagógica del docente, porque es un ir más allá de los “miedos” a la crítica mal intencionada; de las “dudas” de no saber o no poder hacerlo bien, es un “correr riesgos” de hacer el ridículo y “atreverse”.

He sido profesora de Taller de Lectura, Redacción e Iniciación a la Investigación Documental (TLRIID) durante más de 40 años en el plantel Naucalpan, y siempre me he preciado de decir que nunca les encargo a mis alumnos tareas que yo no hubiera hecho antes. Excepto, la representación teatral porque jamás tuve la oportunidad de hacerla; por lo que, cuando ésta llegó tan de repente, sin haberla solicitado, realizarla se convirtió en un reto para mí, porque significó enfrentarme a mis inhibiciones y complejos personales, y superarlos.

Cuando representé a Amanda Wingfield, personaje de El zoo de cristal de Tennesse Williams, me llevó a comprender las debilidades psicológicas y emocionales de una mujer en un contexto socioeconómico tan adverso como el que dejó la gran depresión de 1929 en Estados Unidos. La aprehensión y manipulación de esta mujer para resolver su propio futuro económico y el de sus dos jóvenes hijos.

Haberme puesto en los “zapatos” de este personaje a lo largo de los 60 minutos que duró la representación, hizo que valorara significativamente mi papel como docente en el aula y como mujer y madre en mi vida personal.

Por otro lado, también era la primera vez que los maestros, sin ser actores profesionales, nos subíamos al escenario de la sala de teatro del Colegio a representar para nuestros alumnos, adolescentes de bachillerato, una obra dramática tan densa en cuanto a su contenido.

La reacción del público al finalizar la obra fue memorable: los aplausos y las felicitaciones al equipo no se hicieron esperar. Reto superado.

Estoy convencida que el teatro enseña de la vida humana tanto cuanto se quiera aprender; porque bien promueve la empatía con el otro y con ello otorga las grandes satisfacciones personales y grupales. Además, los profesores de TLRIID hacemos uso de las técnicas teatrales para la enseñanza-aprendizaje de las habilidades comunicativas verbales y corporales: los alumnos aprenden y los maestros también. Por eso considero que todo profesor de bachillerato debiera practicar el teatro por lo menos una vez en su carrera didáctica. 

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