En el ámbito escolar, el alumno no sólo debe conocer el proceso de lectura y recepción semiótica del drama, también debe dar cuenta por escrito de la construcción y sentido del mismo.
El libro Entre acciones, diálogos y bambalinas intenta convertirse en una invitación, porque a lo largo de los años, afirma Benjamín Barajas Sánchez, uno de los autores y director general del CCH, se ha descubierto que la experiencia de hacer teatro durante el bachillerato enriquece tanto a los estudiantes, como a los docentes. Sin embargo, en muchas ocasiones enfrentarse al desconocido mundo de las tablas genera una ansiedad que frena el impulso; esta obra pone a disposición de profesores y alumnos del Colegio “un conjunto de reflexiones que les permitirá llevar a cabo sus propias representaciones teatrales”, con la esperanza de que se sientan acompañados en el proceso, dice.
En el Colegio de Ciencias y Humanidades el teatro ha estado presente en sus Programas de Estudio como un contenido de lectura y de análisis de los textos dramáticos, y las puestas en escena se han generado, a lo largo de los años, con la participación entusiasta de los jóvenes estudiantes, quienes han encontrado en este arte un medio para expresar sus emociones, más allá de los efectos puramente estéticos.
En el primer capítulo, “El teatro escolar y los géneros teatrales”, Barajas Sánchez realizó un recuento y análisis de las puestas en escena de los alumnos en el CCH, “el teatro debe propiciar la experiencia estética de los jóvenes y su formación integral, podría ser un teatro didáctico, que busque, en principio, la vivencia como medio para lograr mejores personas”, apuntó. Asimismo, en este apartado abordó la tragedia, la comedia, la tragicomedia, el drama, el melodrama, el teatro breve, la farsa, el entremés, el sainete, el auto sacramental, el vodevil, astracán, loa, monólogo y la jácara.
En los siguientes capítulos ofrecen propuestas para el estudio de la obra dramática, utilizan la Poética de Aristóteles de forma amena y efectiva para el análisis de textos. Se proponen actividades concretas para la recepción de puestas en escena, promueven la asistencia a espectáculos teatrales que cultiven el gusto por la experiencia del teatro, con producciones que, aunque se ajustan a presupuestos muy económicos, apuestan por la búsqueda artística y la calidad de la producción.
Las colaboraciones de Joaquín del Río y de Jorge Maldonado son una guía para los procesos de la actuación y de la dirección escénica, respectivamente, en el contexto del bachillerato. Su experiencia queda en evidencia pues comparten una metodología puntual para orientar al lector en ambos procesos creativos con adolescentes.
Los textos de Armando Segura, Ricardo Cruz y Keshava Quintanar revisan los mecanismos de la puesta en escena, a partir de la descripción de los espacios, los juegos escenográficos, del vestuario y de la escenofonía. Su visión refresca las concepciones de las funciones de los elementos del diseño, pues los entienden como parte de una construcción estética.
Martha Acosta y Netzahualcóyotl Soria compartieron su experiencia como docentes, ambos han realizado distintas puestas en escena a través de los años con alumnos dentro del CCH. Los textos sitúan al alumno como eje del proceso de enseñanza y muestran el impacto positivo que la incursión en la escenificación escénica causa en los estudiantes.
El relato del profesor Soria resulta muy ameno e ilustrativo de todos los inconvenientes que se viven alrededor de una obra de teatro, los intentos fallidos, los actores comprometidos y los que no, las sorpresas en plena escenificación y los premios obtenidos, después de mucho esfuerzo.