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Iluminación favorece puesta en escena

Es la tercera obra de la tetralogía "Las luces desaparecidas"

Iluminación favorece puesta en escena
Es la tercera obra de la tetralogía "Las luces desaparecidas"

El pasado 13 de octubre Naucalpan recibió a Teatro Isla de Próspero para continuar con el circuito de Las luces desaparecidas, de Juan Alberto Alejos, en los cinco planteles del Colegio. La experiencia de presentar la obra en un teatro que cuenta con equipo de iluminación permitió que el público disfrutara de un espectáculo mucho más cercano al que nos propusimos cuando fue creado, pues la iluminación está pensada como recurso estético, pero también dramático.

Otra particularidad que tuvo la presentación en Naucalpan fue que la obra se representó en su totalidad en dos ocasiones; primero en el orden propuesto por el dramaturgo y, en segunda instancia, comenzando con el final, mismo que, como ya hemos mencionado en este espacio, corresponde diegéticamente a la primera parte de la historia.

En esta oportunidad nos referiremos al Sol de fantasía, la tercera obra de la tetralogía. Se trata de una farsa donde los personajes se encuentran en una situación límite. El conductor del taxi ha descubierto el cuerpo sin vida de su esposa y, al sentirse responsable de esa muerte, busca una manera de compensarla, aunque así encuentre su propio final. Armando es el otro personaje de la obra. Se trata de un hombre quien —frustrado con su propia incapacidad de lograr sus sueños—se ha inventado un personaje lleno de palabras, de ideas, de sueños que realiza únicamente a través de su propia oralidad. Así, por medio de su propia invención, es capaz de encontrar un poco de satisfacción en una vida que le parece insostenible.

De alguna manera, este personaje nos recuerda a una Blanche DuBois de Un tranvía llamado deseo, quien ante la falta de un mundo que la sostenga, lo produce en su imaginación. El conflicto arranca cuando Armando y el conductor del taxi se encuentran fortuitamente y este último se cree las fantasías del primero, obligándolo a cumplir con quien se supone que es, solo  Armando no cuenta con las herramientas para ser quien ambos se imaginan.

El papel del conductor del taxi es interpretado por el profesor Roberto Espinosa, quien es licenciado en Creación Literaria por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y que de 2012 a 2014 participó con la compañía de Títeres Merlín. Espinosa ha impartido cursos de literatura para estudiantes de los Reclusorios Preventivo Varonil Norte y Oriente, además es fotógrafo y en 2021 colaboró en publicaciones de Tres nubes ediciones en conjunto con la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). En 2019 y 2023 colaboró con la Unión Internacional de la Marioneta (UNIMA) en la documentación de sus desfiles. Actualmente, concluye sus estudios en la UACM en una segunda licenciatura en Comunicación y Cultura, a la par de impartir talleres de cuento en el plantel  Sur. Después de aprobar el Diplomado  de Montaje Teatral, Espinosa se unió a Teatro Isla de Próspero, compañía en la que no solo ha trabajado como actor, sino que además se ha desempeñado como asistente de producción y en la creación de utilería.

 En la obra, Espinosa ha desarrollado a un personaje que nos conmueve y espanta al mismo tiempo. Sobre su personaje, el propio actor ha comentado que requiere mucho trabajo emocional, lo que se nota en el escenario, aunque también es evidente que el montaje requirió mucho esfuerzo físico, pues los dos actores tienen que ser muy precisos al desarrollar las violentas acciones que deben recrear en el escenario.

El personaje de Armando lo interpreta el profesor Enrique Azúa, quien ya lleva muchos años trabajando puestas en escena con sus grupos para el Concurso de Teatro del CCH Naucalpan y quien además ya había actuado junto con sus colegas hace algunos años en El zoológico de cristal, de Tennessee Williams. La pasión por el teatro ha llevado a Azúa a la creación de un personaje muy honesto, pero que no deja de asumir el reto de trabajar  un personaje fársico, por lo que su actuación resulta verosímil, entrañable y divertida.

Al reparto se le une el personaje de Magda, interpretado por la profesora Noemí  Zepeda. Al estar muerto, este personaje no tiene líneas,  pero su presencia como cadáver requiere de un trabajo físico que solo alguien con la preparación de Zepeda puede desarrollar.

Teatro Isla de Próspero se siente feliz y agradecido con la profesora Zepeda, quien ha trabajado arduamente para integrarse a nuestra compañía y que, en su presentación como Magda, nos dio cátedra de actuación.

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