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Una crítica a Y tu mamá también 

Una road movie mexicana en el arranque de un nuevo siglo

Una crítica a Y tu mamá también 
Una road movie mexicana en el arranque de un nuevo siglo

  

A inicios de los 2000, un agotado pero ya reconocido Alfonso Cuarón se propuso volver a México para retomar su pasión por el cine. Dentro de sus múltiples ideas y su mancuerna con Carlos Cuarón, crearon Y tu mamá también, una road movie, coming of age, en el contexto de un México desigual, socialmente marginado y permeado de una violencia normalizada.

La historia de Tenoch (Diego Luna) y Julio (Gael García Bernal) es sobre el paso de la niñez a la adultez, la madurez y el autodescubrimiento a raíz de un viaje que hacen con Luisa (Maribel Verdú), una mujer española que durante su vida perdió a toda su familia y tuvo que sobrevivir por su cuenta, hasta que se casó con el primo de Tenoch.

Ambos la conocen en una fiesta y después de una infidelidad, Luisa decide aceptar la invitación abierta (e inventada) de unirse al viaje de playa de los “charolastras”.

El viaje se convierte en un espacio de honestidad y curiosidad. Luisa y sus palabras bailan con sus conciencias y descubre en ellos todo lo que quiere saber sin guardarse nada.

La honestidad poco a poco deja de ser un juego de seducción y se vuelve hiriente entre ambos amigos. El conocer todos estos secretos impacta de forma positiva al espectador, se siente la intimidad con los protagonistas y al descubrir detalles tan específicos, Tenoch, Julio y Luisa se sienten como personas reales.

El guion destaca y brilla con esta forma de desarrollarse. Sin embargo, la violencia, el paso a la adultez, incluso los secretos, son un tema secundario. La verdadera historia es sobre Luisa, la vida y la muerte.

Mientras transcurre la trama nos enteramos de un detalle importante, Luisa no tuvo padres y la tía que la había criado, murió, estudió odontología para tener dinero rápido y se casó con Jano, con quien aceptó ir a vivir a México y encontrar algo.

La historia de Luisa no se puede entender sin su final, la muerte. Su decisión de ir con los “charolastras” parece ser impulsada por la infidelidad de Jano, pero eso solo es una chispa.

Luisa decide que es momento de dejar de sobrevivir y comenzar a vivir. Su pronta muerte es el combustible para emprender el viaje; el final de su viaje contrasta con el inicio de la vida adulta de Tenoch y Julio.

El ocaso de su vida está marcado por intensidad, risas y descubrimiento; la vida es como la espuma, efervescente, inmediata y efímera… por esa razón, “hay que darse como el mar”. Lo que no queda claro es si los “charolastras” agregaron esa lección a su decálogo, aun cuando jamás volvieron a verse.  

 

El dato

La película se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Venecia.

Fue nominada en los Oscar por Mejor Guion Original.

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