El camino de los migrantes

Gabriel Zaldívar reflexiona sobre lo cotidiano

Parte de una rigurosa investigación social y científica

Gabriel Zaldívar reflexiona sobre lo cotidiano
Parte de una rigurosa investigación social y científica

Los desplazamientos humanos a raíz de la pobreza o la violencia; la pérdida de la vida; el dolor humano por la ausencia del ser querido; la fuerza de la naturaleza expresada en sus diversos fenómenos; la esperanza de una sociedad mejor; el valor de las raíces familiares, y las culturas de los países latinoamericanos, entre otros aspectos sociales, espirituales y experimentales, son los temas que expresa con sensibilidad en su obra el artista plástico Gabriel Zaldívar Ordóñez.

Parte de sus experiencias, que se han traducido en diversas instalaciones, las compartió con estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades en el conversatorio “El caminante del mediastino”, título homónimo de su más reciente obra, que puso en exhibición en su natal Honduras.

Organizado por el Departamento de Difusión Cultural del CCH, el diálogo que Cristina Arroyo Estrada, coordinadora de Literatura, sostuvo con Gabriel Zaldívar giró en torno a cómo el también ceramista, a partir de las situaciones que vive en la cotidianeidad, los sucesos familiares y su entorno social y político, aunado a una rigurosa investigación de lo social y científico, ha creado una propuesta artística elogiada por la prensa de su país.

El académico de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, de Honduras, hizo un breve recorrido por la instalación El caminante del mediastino, que consta de 25 piezas, dos instalaciones y un mural.

La instalación, describió, “consiste en una serie de esculturas que representan a las personas que no se quieren ir, pero que no tienen opción, los migrantes que tienen que dejarlo todo por una causa, por la familia, por un futuro mejor; pero que van a lo incierto, que lo que les espera no siempre es bueno. En cada figura se aborda una emoción, motivo, recuerdo, mensaje o sentimiento, las figuras transcurren una tras otra en un caminar que los lleva a su destino, acompañadas de lo esencial, que es invisible a los ojos”.

Un recorrido, del que, de una manera u otra, todos somos acompañantes, “ya que estadísticamente en todas las familias hondureñas tenemos a alguien que debió abandonar estas tierras. A todos nos acompañan los sentimientos de abandono, pero siempre la esperanza de estar juntos, de volvernos a ver, de volver a ser”.

Su trabajo, abundó, está desarrollado a partir de la búsqueda plástica con diversos medios y soportes, mismos que interviene “con medios pictóricos u objetos de la cotidianeidad, que adquieren valores plásticos y simbólicos y que además buscan reflejar los sentimientos humanos (uso temas como el corazón) y siempre bajo el principio de ser mejor, porque podemos siempre ser más solidarios, más humanos, no importando la realidad o circunstancia que nos determine”.

De ahí que el título El caminante del mediastino refiere al nombre que recibe el lugar del cuerpo humano donde se aloja el corazón, este último, protagonista de su obra, un órgano donde viven las emociones; además, la palabra caminantes da cuenta de una actitud que no permanece estática, como son las figuras que conforman la instalación, “siempre me preocupa el ser humano y busco establecer un discurso o un mensaje que toque al público”, expresó.

Entonces se observan distintos corazones intervenidos, desde los hechos por barro o de tejido; los que hablan de fracturas, pero no de estar destrozados; los embalados, hasta los prisioneros en jaulas o flotando sobre el agua, que hacen alusión a los migrantes que son prisioneros en Estados Unidos, o bien, mueren al tratar de cruzar el Río Bravo.

En un segundo momento, la exposición presenta una serie de intervenciones en madera, donde se destacan aspectos de la naturaleza, las ciudades modernas, evocaciones de la infancia, la conexión entre las raíces históricas y familiares y lo sublime del ser humano a partir del árbol de ceiba.

En el intercambio de ideas, el académico recomendó a los estudiantes del Colegio inscritos en talleres artísticos nutrirse de la diversidad, observar lo que les rodea, escuchar a las personas, de manera que se evoque a la inspiración trabajando. “Creo en la juventud y el futuro está en sus manos”. 

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