filosofìa

El dilema de Eutifrón

Una reflexión acerca de nuestras acciones

El dilema de Eutifrón
Una reflexión acerca de nuestras acciones

Platón, en el diálogo Eutifrón, medita sobre la diferencia entre la piedad religiosa, o una forma de entenderla, y la disposición filosófica. El diálogo comienza cuando Sócrates se encuentra en la Estoa Basileos, en la antesala del juicio que lo condenará al destierro o a la muerte. Mientras que Sócrates es acusado de no creer en los dioses, Eutifrón acudirá a denunciar a su padre como responsable de un crimen de sangre.

En estricto sentido, su padre sería responsable de un crimen que provocaría el miasma o la contaminación a todos los integrantes de la ciudad. Así, todo el pueblo o la ciudad quedaría contaminada hasta que no se encontrara al culpable y fuera desterrado de la misma.

Eutifrón reniega de la acusación de familiares y amigos por ser considerado impío al denunciar a su padre. Sócrates mostrará a Eutifrón el dilema en el que se encuentra: ¿Realmente sería pío o impío denunciar a su padre? ¿Eutifrón debe obedecer ciegamente a los dioses?

Sócrates invita a Eutifrón a reflexionar sobre lo pío: “¿Acaso lo pío es querido por los dioses porque es pío, o es pío porque es querido por los dioses?”. Para algunos filósofos esta pregunta representa la separación y autonomía entre la ética y la religión.

Si lo pío es querido por los dioses porque es pío, entonces lo pío no depende de los deseos o la voluntad de los dioses; se trata de un criterio independiente de ellos. En cambio, si lo pío es pío porque es querido por los dioses, entonces dependerá de su voluntad y careceríamos de un criterio para saber si algo es bueno o malo, pío o impío, justo o injusto.

Sócrates y muchos filósofos posteriores afirmarán que el bien moral es un concepto independiente de la voluntad y los deseos de los dioses, puesto que el bien tiene valor por sí mismo y hasta los dioses tendrían que aceptar este criterio porque el bien es independiente de sus deseos o voluntad. Kant llamó a esta formulación “necesidad práctica”.

En una descripción más abstracta podemos hablar de deseos y necesidades y seguir un camino de reflexión sobre nuestras decisiones. ¿Algo es bueno porque lo quiero o porque es necesario? La pregunta encierra una diferencia entre el deseo y la necesidad. Algunos deseos son prescindibles y las necesidades no. Incluso algunos seres sin estados mentales, como las plantas, necesitan agua, aunque no la deseen.

La necesidad parece ser un elemento racionalmente vinculante, puesto que implica la exigencia de que algo no pueda ocurrir de otro modo. Pero la necesidad práctica no es incondicional; sabemos que, si no se riegan las plantas, éstas se secarán y a pesar de saberlo puede ser que omitamos nuestra obligación de conservarlas con vida.

Cualquier persona puede querer hacer algo porque sabe que es necesario, pero parece que no es lo mismo saber que es “necesario” y saber que es “bueno”. La necesidad ocurre sin acción (es un suceso) y el bien ocurre sólo cuando actuamos intencionalmente.

La acción intencional encierra un deseo y una creencia, por eso lo pío requiere ser querido por los dioses y por los seres humanos no para “ser pío”, sino para que los dioses y los seres humanos actúen bien.

La ironía entre el bien y la necesidad radica en que algunas veces deseamos lo que no necesitamos y necesitamos lo que no deseamos. Estos casos, nos sorprenderá saber, no dependen necesariamente de una acción intencional y, en consecuencia, carecen de phrónesis. 

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