La búsqueda por resolver de manera equitativa la distribución de bienes de un padre árabe a sus hijos y familiares, trajo el inicio de lo que conocemos como el álgebra, y hoy son variadas sus aportaciones al desarrollo humano desde los aspectos económicos, tecnológicos y científicos, señaló la profesora Nadia Huerta Sánchez, del plantel Vallejo, durante la conferencia “El nacimiento del álgebra”.
En dicha actividad, que forma parte del Programa Jóvenes hacia la Investigación y del ciclo de charlas y cine dedicado a las matemáticas, la académica resaltó el porqué es importante su estudio y el dejar atrás la idea de que no son necesarias o que no se aplican a la vida cotidiana.
“El estudio del álgebra nos enseña a razonar con lógica, a ser analíticos, a deducir e inducir algunas propiedades, permite generar conocimiento que antes no se tenía; el lenguaje algebraico permite transmitir ideas y resolver problemas, así como identificar diferentes tipos de patrones para predecir fenómenos, como la bolsa de valores, la aparición de un huracán, etcétera”.
Lo anterior, explicó, son las respuestas clásicas, no obstante, el álgebra también ayuda a entrenar la actitud de las personas ante las dificultades, “bien empleada nos podría ayudar a forjar carácter, tener ganas de resolver problemas”; también permite ser creativos en el momento de resolver problemas; ayuda a plantear preguntas y a tratar de resolverlas, “nos enseña a ser persistentes y perseverantes para resolver”, agregó.
También, indicó la académica, “nos ayuda a alcanzar metas, pues se parte del razonamiento de que el álgebra es dividir un problema que aparentemente es muy grande y difícil en pequeños problemas que sí se pueden resolver, lo que se conoce como planeación para lograr metas. Además de que el corazón y el cerebro son músculos y hay que ejercitarlos. El álgebra es entrenar el cerebro con problemas ‘pequeños’ que sí se pueden resolver con reglas fijas, la matemática es al cerebro, lo que el deporte es para el cuerpo”.
A partir de un breve recorrido histórico que inició en el año 860 antes de Cristo, la docente expuso el ambiente cultural que prevalecía en Europa y particularmente en los países islámicos, y cómo la relación entre la religión y el conocimiento se dio de manera importante para que los árabes no sólo encontraran modos de resolver problemas, sino que se diera impulso o creación a otras ciencias, como la astronomía, la geografía, la geometría, así como el arte, la literatura y el comercio, entre otros.
El tema de la distribución de las herencias lo dictaba el libro sagrado del Corán, y era un aspecto que a más de uno le generaba problemas, ya que una mala distribución podría entenderse como un desacato divino y, por consiguiente, se castigaba. Fue Al Jwarismi, quien trató de resolverlo a partir de la idea de restaurar valores, es decir, buscar “la cosa” (shay, en árabe), que es “un número que no se conoce, pero que se quiere conocer y que tiene las mismas propiedades que un número, y que se representaba con una x. Hay un número que no se conoce, que está oculto con mucha información y que se quiere encontrar su valor”.
Hoy, comentó la docente, es difícil calificar cuál ha sido el beneficio más importante del álgebra para la vida humana, ya que nos encontramos rodeados de muchos de ellos, “los logros del álgebra pueden ser vistos siempre que existan preguntas que necesitan respuestas en distintas áreas, como ejemplo, cuánto combustible necesita para que un cohete despegue, cómo enviar mensajes o el desarrollo de las computadoras, entre muchos más”.
