El ejercicio físico y el embarazo son un binomio importante para mantener la salud tanto de la madre como del bebé, pues desde tiempos remotos han quedado demostrados los beneficios que trae consigo, salvo prescripción expresa por problemas previos de la madre o condiciones particulares de la gestación.
Esta se caracteriza por una secuencia de eventos que van desde la fertilización, implantación, crecimiento embrionario y fetal, hasta el nacimiento del bebé, luego de un periodo de 40 semanas o menos, según el caso.
La realización de ejercicio, es un hecho, previene problemas de la salud que pudieran presentarse en este periodo, como la preeclamsia, la diabetes gestacional y la ganancia excesiva de peso materno; además, mejora en el rendimiento del embarazo, estabiliza el humor de la madre, disminuye el riesgo de padecer venas varicosas y la aparición de episodios de lumbalgia.
Un poco de historia
Las guías sobre prescripción de ejercicio físico en la mujer embarazada han sufrido variaciones en función de la información científica que se ha generado. No obstante, su relación positiva ha quedado clara desde tiempos de Aristóteles (s. III a. de C.), quien atribuyó los partos difíciles a un estilo de vida sedentario.
A finales del siglo XIX se publicó el primer estudio científico sobre el tema, seguido de otros trabajos que confirmaban la idea inicial de Aristóteles. En las décadas de 1920 y 1930 aparecieron los primeros programas de ejercicios prenatales para facilitar el parto y reducir la necesidad de los medicamentos contra el dolor.
Para 1950 se recomendaba caminar de 1 a 2 kilómetros diarios, repartidos en varias caminatas cortas, y continuar con las actividades cotidianas, aunque se contraindicaban las actividades deportivas. Una década después llegó la revolución del fitness que se extendió a los programas de clases para embarazadas en los años ochenta, con una gran cantidad de beneficios para las practicantes.
La relación ejercicio físico y embarazo ha seguido evolucionando y adaptándose con el paso del tiempo. “En la actualidad existen guías de prescripción de ejercicios útiles para la mujer gestante, que garantizan mínimos riesgos y máximos beneficios”.
Pese a la gran contundencia científica disponible sobre la positiva relación entre ejercicio físico y embarazo, y la reducción de riesgos para la salud, muchas de las mujeres embarazadas no realizan las recomendaciones mínimas de esta actividad, influenciadas por la idea de que el ejercicio puede favorecer abortos, partos prematuros o producir malformaciones o lesiones músculo esqueléticas en los bebés.
Recomendaciones
El IMSS, por medio de su Cartilla de la mujer embarazada, recomienda realizar ejercicio para mantener una buena condición física, aumentar la energía, prevenir la ganancia excesiva de peso, mejorar la respiración, la resistencia muscular y la relajación, favoreciendo las condiciones para un mejor trabajo de parto y nacimiento.
Sugiere hacer actividad física por lo menos 30 minutos al día, iniciar poco a poco e incrementar semana a semana. Entre los ejercicios recomendables para una mujer embarazada sugiere:
Caminar: es una de las mejores actividades, utilizando tenis o zapatos bajos.
Bailar: al ritmo de la música favorita o siguiendo una coreografía en la televisión.
Nadar: es ideal porque trabajan los músculos de las piernas y brazos, sin ningún tipo de impacto en las articulaciones.
Yoga: ayuda a mantener el cuerpo flexible y fuerte.
Pilates: fortalece el cuerpo y los músculos que rodean la columna vertebral.
Bicicleta fija: es un ejercicio seguro, soporta el peso y favorece la resistencia cardiovascular.
Pelota para ejercicio (kinésica): se utiliza para psicoprofilaxis (preparación del cuerpo y la mente para el parto). Los ejercicios son sencillos y ligeros.
Por lo mencionado se puede concluir que, si el embarazo transcurre sin problemas y sin contraindicaciones médicas, el ejercicio físico personalizado resulta altamente recomendado para las mujeres embarazadas.
Departamento de Educación Física: defcch@cch.unam.mx.
