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Del pensamiento salvaje al pensamiento crítico

Del pensamiento salvaje al pensamiento crítico
Número de revista
6
Año de revista
2021
Área Temática
Latitudes CCH
Archivo de revista
latitudes6_web.pdf (12.68 MB)
Descripción

En 1962 Claude Lévi-Strauss publicó El pensamiento salvaje, un libro que causó conmoción dentro de la antropología y las ciencias sociales en general no porque descubriera la existencia de un pensamiento primitivo y elemental, sino porque en lugar de situarlo en las antípodas del pensamiento científico lo colocaba paralelo a éste, en franca coexistencia. Lo que el gran antropólogo francés sostenía era que el pensamiento salvaje es igual de complejo y tiene también su propia lógica como el científico, sólo que cuando intenta categorizar y sistematizarla realidad no lo somete a los imperativos de la domesticación (la validación científica), sino que se esfuerza por conseguir cuanto antes una interpretación, aun errónea.

Haciendo una analogía con el bricoleur (término francés que se refiere altrabajo manual consistente en armar, pegar, desarmar, remendar, unir piezas), el pensamiento salvaje responde a lo que está haciendo con lo que tiene o puede disponer. Normalmente fragmentos de un mundo en el que ya no nos encontramos, de ahí que su derivación final sea el mito, que responde a una realidad inexistente. Los mitos son un remiendo de viejas creencias. “Mientras el pensamiento científico crea a través de una estructura teórica acontecimientos, el pensamiento salvaje crea a través de los acontecimientos una estructura”, dice Lévi-Strauss. El observatorio meteorológico puede predecir con un 99% de seguridad si esta tarde lloverá o no, en tanto que el tiempero (persona que supuestamente puede provocar lluvias o vientos), por más que intente manipularlos elementos climáticos mediante rituales y oraciones, es harto improbable que provoque la lluvia. Pero el pensamiento científico y el salvaje conviven uno junto al otro y ambos tratan de interpretar y modificar la naturaleza.

Nos hemos referido al pensamiento salvaje en primer término porque, muy similar a las pseudociencias, resultan creíbles incluso para personas con estudios universitarios; al emplear una serie de razonamientos y conclusiones abstrusas otorgan verosimilitud a sus dichos. Mientras las supersticiones y otras creencias irracionales son fácilmente detectables y descartadas por alguien con una preparación básica, las pseudociencias y otras formas de expresión del pensamiento salvaje gozan de cabal salud aun en los ambientes universitarios. Por eso la importancia de formar y promover el pensamiento crítico, como lo establece nuestro Plan de Estudios.

Suele relacionarse el pensamiento crítico con la educación y no es casual. En la cultura y la educación, se espera, se formarán aquellas personas que saben distinguir lo verdadero de lo falso, que razonan, analizan y evalúan antes de opinar o tomar una decisión. Sin embargo, ni el estudio ni la cultura son suficientes; en ocasiones pareciera, incluso, que sólo preparan para que la seducción de estas formas de pensamiento resulte más fácil. No es casual que entre personas con cierto grado de educación prevalezcan las teorías conspiratorias más elaboradas acerca del origen del Covid 19, o que esgriman sinuosos razonamientos para no adoptar las medidas de protección y negarse a vacunar.

Esto es así porque a las habilidades de pensamiento que se requieren para ejercer el pensamiento crítico (interpretar, analizar, evaluar, inferir, explicar y autorregular) deben conjuntarse también disposiciones que favorezcan su ejercicio. Un pensador crítico no sólo debe disponer de mejores razones, sino de una acción coherente. No sólo se trata de pensar bien, sino de actuar consecuentemente, es decir, poseer el llamado “espíritu crítico”. El conjunto de disposiciones, hábitos mentales y rasgos de carácter que inducen a buscar falacias, contradicciones, suposiciones en un razonamiento, y sobre todo cuestionar lo que la gente acepta como verdadero en la vida cotidiana, es lo que hace el pensamiento crítico.

Harvey Siegel, uno de los más sobresalientes estudiosos y promotores de este pensamiento, lo resume así: “Las personas que poseen espíritu crítico valoran un buen razonamiento, y están dispuestas a creer, juzgar y actuar con base en ellos”. Paul Ricoeur, el filósofo y antropólogo francés, piensa que la habilidad de pensar críticamente se considera un atributo indispensable para “lograr una vida realizada con y para los otros en instituciones justas”.

Al formar ese estudiante libre, autónomo, que voluntariamente decide y actúa, deben estar orientados nuestros esfuerzos. Por eso este número está dedicado a reflexionar al respecto y ofrece una entrevista con la doctora Olga Amarís, así como la semblanza de la gran ensayista y escritora Irene Vallejo, constructoras del pensamiento crítico. No podía ser más oportuno también dar a conocer la obra del gran artista mexicano Javier Marín, que ilustra estas páginas, pues con su arte nos enseña a ver más allá del cuerpo humano para plasmar emociones y sentimientos que se revuelven en nuestro interior.

A todos ellos y a los profesores que han colaborado en este número nuestro más sincero reconocimiento y agradecimiento.

 

DOCTOR BENJAMÍN BARAJAS SÁNCHEZ

Director general del Colegio de Ciencias y Humanidades