Al participar en el conversatorio Diálogos de lectura y experiencias interculturales, Pamela Flores, licenciada en Lengua y literaturas Hispánicas, observó que mientras que en el concepto de interculturalidad se tendría que buscar un diálogo y el intercambio entre las culturas, “creo que para mí es qué tanto puedo conocer sobre el otro, con quien comparto un espacio, que no sólo es un territorio, sino también una lengua, pensándolo como un término más dinámico y no estático, y no desde un término diferenciador, sino dialógico”.
En el marco del Congreso de Lectura e Interculturalidad, Flores se refirió a lo que considera que es la interculturalidad y por qué es importante hablar de ella: “llevo muchos años de leer textos de literaturas indígenas y tengo muy presente la pluralidad y diversidad que existe en nuestro país, pero al pensar cómo concibo yo la interculturalidad, me puse a buscar conceptos de ella y me di cuenta que este término se relaciona con multiculturalidad, que es un poco estático y diferenciado”.
Al tomar la palabra, el profesor José Rafael Mondragón afirmó que es importante hablar de interculturalidad en este Congreso y de este México, pensando que nuestro país es el segundo más rico en lenguas en el planeta, sólo después de la India, que tiene 369 y al mismo tiempo pertenece a la región más desigual del planeta.
“Hay regiones de Asia y África que son más pobres, pero en ningún otro lugar como América Latina hay pobres tan pobres al lado de ricos tan ricos, son dos estadísticas muy rapiditas, que sitúan la pregunta sobre la interculturalidad”, señaló el investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.
Expresó que la interculturalidad tiene que ver con la diversidad de culturas y de modos de vida y con una realidad que se vincula a la desigualdad, al racismo y a la exclusión, que convierte al discurso de interculturalidad en un discurso que no puede ser neutral y que necesariamente tendría que significar una toma de postura respecto a esta composición social, en donde la diversidad y la desigualdad están articuladas, porque el racismo sirve como un clasificador social en cuanto a nivel de vida, de acceso al trabajo, al ejercicio de ciertos derechos hacia un lugar y otro.
