lady macbeth

Un clásico del teatro, en el Día de la Mujer

El personaje de la obra Macbeth se presta a infinidad de interpretaciones

Un clásico del teatro, en el Día de la Mujer
El personaje de la obra Macbeth se presta a infinidad de interpretaciones

En el marco del Día Internacional de la Mujer planteo algunas preguntas en torno a Lady Macbeth, personaje con el que me he encontrado a lo largo de los años como profesora de historia del teatro, de dirección escénica y más significativamente en 2005, cuando dirigí Macbeth como proyecto de titulación en la maestría. Así, he podido revisar desde copiosos y sesudos estudios de la obra y también he atestiguado la recepción del lector que por primera vez se enfrenta al texto.

El común denominador en la interpretación de Lady Macbeth es que es una mujer sin escrúpulos, ambiciosa y con hambre de poder. Incluso, en la producción de la Royal Shakespeare Company, grabada por la BBC de Londres y estelarizada por Ian McKellen y Judy Dench, se nos muestra a una mujer movida por un interés personal, que en su relación kinésica no parece su cónyuge, sino una figura semejante a una madre, quien lo manipula para satisfacer sus deseos.

Si bien la universalidad del clásico de Shakespeare posibilita infinidad de interpretaciones, a mí siempre me ha sorprendido lo veloces que somos para culpar a Lady Macbeth por las acciones de su esposo. Particularmente me impresiona la proclividad para achacar sus motivos a su ambición. Es cierto que en la escena siete del primer acto Lady Macbeth convence a su esposo de matar al Rey Duncan, cuando éste se ha arrepentido de hacerlo; es también innegable que utiliza un discurso manipulador, atacando la hombría de su marido para persuadirlo, pero en el texto no encontraremos asomo de que ella sea movida por ambición personal.

Más aún, me parece que su accionar responde al amor que tiene hacia su esposo. Si revisamos el texto descubrimos que la idea del asesinato no nació en ella, sino en el propio Macbeth. En la escena tercera de ese mismo acto, antes de que Lady Macbeth sea introducida en la obra, el guerrero escocés recibe la premonición de las Brujas sobre su futuro como rey e inmediatamente imagina el asesinato que deberá cometer. Cuando Lady Macbeth lee la carta que él le envía con las noticias de las Brujas, ella sólo demuestra la intimidad y conocimiento que tiene sobre él, pues adivina lo que piensa y se asume como la fuerza que deberá impulsarlo.

Una vez que el asesinato se consuma, vemos las trágicas historias de dos amantes que comenten un error con el que no pueden vivir. Macbeth se da cuenta de que ha “matado el sueño”, pues a cada paso crece su paranoia, primero sobre Banquo y su hijo Fleance, después sobre Malcome y finalmente sobre Macduff. Macbeth se esfuerza por alcanzar un estado de tranquilidad al que nunca llega. Pero, ¿qué pasa con Lady Macbeth? ¿Acaso ella disfruta de su reinado? Siguiendo una lectura atenta, lo que vemos es a una mujer que intenta tranquilizar a un esposo que experimenta un estado de tormento. Más adelante, en la cena de celebración, cuando Macbeth enloquece al ver la aparición del espíritu de Banquo, Lady Macbeth enfrenta la situación y se deshace de los invitados para consolar nuevamente a su esposo destrozado.

Al concluir esta escena, Macbeth habla de la sangre derramada —esa que ve en todos lados— y Lady Macbeth le contesta que le hace falta el sueño. Después de esta escena, el personaje aparece en el quinto acto, cuando, ya sonámbula, intenta limpiarse las manos de la sangre derramada. Así pues, es en la cena cuando Lady Macbeth vive su anagnórisis, reconociendo que Macbeth ha enloquecido, que seguirá manchándose de sangre y que nunca obtendrá la paz.

La diégesis en este texto pone de manifiesto a una mujer que acciona con la idea de que su esposo logre lo que se propone. Su error trágico consiste en no reconocer que la acción de asesinar a su rey lo perderá y cuando reconoce la inmensidad de su desasosiego enloquece tanto o más que él. Entonces, ¿por qué la hemos interpretado como una mujer manipuladora y deseosa de poder? ¿Qué evidencia o acción hay en el texto para que así se le juzgue? No encuentro ninguna. Si bien Lady Macbeth es un personaje amoral por acción y extensión, resulta injusto valorarle por un deseo de poder que en realidad no vive. ¿Podemos interpretar al personaje con otros ojos? ¿Podemos dejar de leer al personaje a través de la ideología patriarcal? Si Roman Polanski lo hizo en su versión fílmica, nosotros también podemos.

Olivia Barrera y Juan Alberto Alejos formamos Teatro Isla de Próspero. Síguenos en Instagram: @isladeprospero, en nuestra página de Facebook: @teatro.isladeprospero o escribe a teatro.isladeprospero@gmail.com 

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