Tenía 15 años cuando Luis Oropeza comenzó a actuar, cantaba, bailaba, hacía comerciales y parecía haber encontrado su vocación, pero el propio teatro lo llevaría de la mano por otros senderos, al involucrarlo en el diseño de vestuario, la producción, la escenografía y “finalmente” llegó a la organización de eventos, la publicidad y el marketing.
Invitado por el ciclo ¡Viernes, teatro, acción!, que inició una nueva etapa con invitados relacionados con la actividad teatral, Oropeza dijo sentirse emocionado por ser parte de este proyecto, “me parece espectacular que conozcan a las personas que hacemos la magia que está detrás del teatro, de las producciones, porque generalmente nadie reconoce su valor”.
“La publicidad es importante porque gracias a ella te das cuenta si una obra es buena, profesional, si te va a gustar o no, lo decides a partir del póster”, explicó a la audiencia convocada por Teatro Isla de Próspero, del Colegio de Ciencias y Humanidades.
Él se introdujo en la actuación a los 15 años, bailaba y cantaba en obras y cuando inició su etapa en la Universidad, consideró elegir algo que lo mantuviera en este ritmo, pero se dio cuenta de que ya no le encantaba actuar y se empezó a involucrar en vestuario, con los técnicos y la escenografía. “Un día hicieron un show que se llamaba Werevertumorro, en el teatro que trabajaba, me invitaron a diseñar el vestuario y me fui a La Lagunilla a que hicieran el vestuario rosa”.
Le pidieron ayudar a pintar la escenografía, luego fueron las giras, “le fui tomando mucho amor, después me contrataron para coordinar a los conferencistas de un simposio en Acapulco, me sentía soñado, ni comía, y aparte tenía que coordinar a los bailarines, me encantó esa parte de producción y seguía estudiando publicidad. Digamos que toda esa parte teatral, artística, mi manera de expresarla fue a través del diseño, publicidad, estrategias de marketing, mezclé dos pasiones”.
A la mitad de la carrera, cuenta, tenía mucho tiempo libre y se acercó al director de la Universidad para plantearle la posibilidad de estudiar otra profesión: Arquitectura de Interiores, las estudió a la par y así empezó a diseñar escenografía para el teatro; trabajó 10 años en una escuela en la que hacía la publicidad, la escenografía, coordinaba eventos, los programas de mano; su trabajo se fue encauzando, disfrutaba y ponía en práctica lo aprendido.
Luego tuvo la oportunidad de llegar a Ocesa Teatro y aunque inicialmente sólo iba por dos semanas, acabó quedándose de planta. “Comenté que deseaba proponer nuevos diseños para las obras, me dijeron que no, porque eso lo hacía el director del área y cuando se fue me dejó a cargo del departamento”.
Ante los jóvenes cecehacheros, el publicista mostró su cartel de la obra El hombre de la Mancha, que ganó entre varios competidores de mucha experiencia, y explicó los elementos que consideró en su confección para que no se viera como el libro.
A partir de ahí hizo 15 pósters de obras de Ocesa, todos bajo concurso, “creo que agarré un estilo que les gustó mucho, trabajar en el Teatro Insurgentes me fascinó”.
Para Oropeza, no hay nada más enriquecedor que tener tu proyecto y que funcione. Todo lo anterior, dijo, lo ayudó a darse cuenta de su capacidad, “desafortunadamente reparas en ello cuando terceros te lo dicen, cuando recibí reconocimientos por mi trabajo. A petición de un amigo me involucré en conciertos musicales y ya llevamos 12 y en diciembre tengo un evento en Plaza Santa Fe. Disfruto mucho mi agencia. No saben la seguridad que da la actuación para la vida, como pararte en un escenario ante un público”.
Antes, la profesora Olivia Barrera había destacado que el ciclo era para todos aquellos interesados en producir o dirigir teatro y que puedan enriquecerse con la experiencia de otros creadores escénicos, en este caso la publicidad, que está relacionada directamente con el público.
