Los textos hablan de la tierra, fugas y de la esclavitud

Una edición de Raphaël Confiant

Los textos hablan de la tierra, fugas y de la esclavitud

Una edición de Raphaël Confiant
Los textos hablan de la tierra, fugas y de la esclavitud

Soy una anciana eterna atrapada en una jaula por un poeta. Un diablo blanco me vigila. Pero debo entretener a mi audiencia.

Mi naturaleza es contar historias, aunque el público es invisible.

No es así para los que narran de viva voz los Cuentos populares antillanos en la edición de Raphaël Confiant, en los que el contador es parte de las historias y hace alusión al público. Es una característica, sin duda, poco común en este tipo de narraciones.

El rompimiento de la cuarta pared en la literatura antes de la propia literatura como concepto.

Tuve una madre francesa y al leer los Cuentos populares antillanos que el diablo me arrojó a la jaula, recordé una anécdota que contaba con una risa burlona, mientras sus ojos rojos de conejo casi se salían de las órbitas.

Decía: “Una Navidad recibí una caja de chocolates muy finos, me los comí y guardé las envolturas de seda y la caja de madera preciosa, luego recolecté caca de conejo y formé bolas como las de los chocolates y se la obsequié al loquito de mi vecino, quien se comió uno tras otro como un delicioso manjar”.

En la compilación de Cuentos populares antillanos, traducidos al español por Luis Eduardo Rivera, hay muchos desechos del cuerpo que los personajes comen y con los que se embadurnan.

Ignoro si este gusto particular por los excrementos provenga de la tradición francesa o de la africana, pero es curioso que una de las palabras preferidas de los galos sea merde.

Hay una invocación constante al bon Dieu, el buen dios que también es malo porque me dio la eternidad, pero no la juventud cuando le negué el placer de mi cuerpo.

Fueron varios los cuentos que me resultaron interesantes, otros también, pocos, me aburrieron. Regresé a mi infancia ya muy lejana.

En la antología, los hombres son animales, y las mujeres, por lo general, tienen forma humana, curiosamente como en algunas caricaturas o películas para niños y adultos.

Estos cuentos hablan de la tierra, de la transa, se burlan de la condición humana, hablan de la fuga y de la esclavitud, así como lo enumero en un mismo nivel.

Hubo uno que no sale de mi cabecita arrugada, se llama “La bestia de siete cabezas” y pertenece a la tradición popular de Martinica.

Una mujer va a recoger su cosecha al bosque y se encuentra, en lugar de sus legumbres, con una montaña de excremento, aparece entonces un monstruo de siete cabezas y la obliga a comerse con sus únicos dos dientes toda aquella podredumbre. La mujer regresa a su casa enojada y le dice al mayor de sus tres hijos que la acompañe.

Al día siguiente llegan al huerto, y de nuevo la bestia los obliga a comer sus desechos, así sucede hasta que el hijo menor va con ella y le corta las cabezas al monstruo que rápidamente vuelve a reconstituirse; la historia sigue un edicto del Rey quien casará a su hija con aquel que aniquile a la bestia, pero no quiero contarles todo el cuento, querido público, acérquense a la edición bien traducida y editada por Siruela.

Mi pequeño cuerpo es ahora agua, el buen Dios se apiadó de mí, y de mi memoria líquida surge otro cuento, el de “Ti Jean y Tite Marie” de Trinidad, el muchacho encuentra a la joven bañándose con sus hermanas en el río.

Ti Jean acaba de irse de su casa para buscar trabajo y se enamora de Tite Marie y le esconde su ropa, luego le dice que la ama y le ruega lo deje estar a su lado, quizá su padre lo contrate, ella afirma que es muy estricto. Cuando llegan a su casa, el viejo le pone pruebas al muchacho, que Tite Marie, quien es una bruja, le ayuda a superar.

Ahora que soy agua me mezclé con Tite Marie cuando ella se transformó en río y Ti Jean en pato, mientras su padre furioso los perseguía. Debo decir que los enamorados huyen del padre porque quiere devorarlos.

Hasta aquí, queridos lectores, dejo la historia, mi memoria ya se pierde porque el sol me ha vuelto parte de una nube.

Confiant, R. (2018). Cuentos populares antillanos. L. E. Rivera, Trad. Siruela.

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