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Entre lo personal y lo político

Existe la necesidad de una democracia plural

Entre lo personal y lo político
Existe la necesidad de una democracia plural

Algunas veces se piensa en la ciudadanía únicamente como la participación en los procesos electorales. Esto es asumido tanto por buena parte de la ciudadanía como por algunos partidos políticos, no sólo en México, sino también en otros países.

Los beneficios de vivir en una democracia participativa pueden también ser desventajosos. Más aún, si recordamos la honestidad de Max Weber al decir que lo político compromete dos emociones propias de la condición humana: el miedo y la esperanza.

Judith Shklar advierte sobre las consecuencias del liberalismo del miedo. De la misma manera, Aristóteles nos invita a pensar en la relación entre las emociones. No siempre la esperanza o el miedo son los mejores consejeros, porque ambas emociones posibilitan la manipulación de nuestra autonomía política o ciudadana.

Habrá que recordar que no es bueno o malo tener miedo o esperanza, pero es difícil saber en qué momento y en qué circunstancia nos pueden beneficiar o perjudicar.

Las emociones no son un accesorio de nuestra forma de vida, sino la parte sustancial que nos inmoviliza o nos motiva actuar; hablar o guardar silencio.

Las emociones se viven de forma personal y son construidas en la interacción con los demás. Buena parte de la educación ciudadana debe poner atención a este tema, ya que su relación con múltiples intersecciones condiciona nuestras formas de vida, capacidad de deliberación y toma de decisiones. Si la educación aporta elementos para disminuir las desigualdades, habrá de tomarse en serio éste y otros asuntos personales con innegables repercusiones públicas.

La vida ciudadana es compleja porque implica intersecciones entre conceptos nodales como libertad, igualdad y justicia y, al mismo tiempo, nos sitúa en condiciones empíricas, contingentes y azarosas en las que cada persona ejerce sus derechos con o sin miedo o esperanza. Algo que parece sencillo, pero no lo es, en especial, cuando pensamos en la configuración del Estado que formalmente establece derechos individuales.

La teoría feminista aportó la categoría de interseccionalidad como una condición ontológica-política de nuestras vidas y como una posibilidad para entender la conexión entre lo personal y lo político.

La interseccionalidad muestra distintas condiciones de vida de los seres humanos: como edad, sexo, género, situación económica, así como capital cultural y social, en el sentido de Pierre Bourdieu.

Debido a las intersecciones somos muy diferentes a pesar de ser iguales conforme al derecho, puesto que éstas entretejen nuestras diferencias y la forma de vivir nuestra ciudadanía; no son las mismas necesidades de un adulto mayor, las mujeres, las juventudes, o los miembros de la comunidad LGBTQ+. De este modo, su forma de ejercer su ciudadanía puede ser de forma colectiva, individual o aislada.

Lo personal tiene vínculo con lo político

Solemos escuchar la expresión “lo personal es político” y esto implica que todas esas intersecciones intervienen para ampliar o reducir el goce de nuestra ciudadanía.

El trato inequitativo, por ejemplo, por razones de género o condición socioeconómica, no sólo implica una injusticia, sino involucra una falta de comprensión del valor de la persona, su dignidad e historia de vida.

En los sistemas educativos, la enseñanza-aprendizaje de la historia, la filosofía y las ciencias sociales aportan elementos para la educación ciudadana y que, curiosamente, muestran que lo personal no es un asunto individual y solitario, sino que tiene un marco político y jurídico que atendemos o desatendemos como ciudadanos y que descuidan o cuidan los políticos en el poder.

Pensemos en la importancia de los movimientos sociales para ganar o preservar derechos, en el activismo jurídico para lograr condiciones normativas que favorecen los derechos de las minorías y que modifican la percepción social y cultural de las vidas individuales.

Así, por ejemplo, la despenalización del aborto, la necesidad de permitir la eutanasia o la penalización de las terapias de conversión de orientación sexual son señales claras de que lo personal tiene un vínculo con lo político.

Estos son algunos ejemplos de la necesidad de una democracia plural, pero que puede ser inalcanzable cuando la ciudadanía excede los límites prudentes del miedo y la esperanza. 

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