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Los cerebros son mosaicos

La investigadora Fernanda Pérez desmonta estereotipos

Los cerebros son mosaicos
La investigadora Fernanda Pérez desmonta estereotipos

¿Cómo la neurociencia moderna se acerca a las diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres, y cuáles son sus implicaciones sociales? Esas fueron las preguntas que respondió Fernanda Pérez, doctora en Neurociencias por la Universidad McGill, durante la conferencia “Género y cerebro”, que dirigió a la comunidad cecehachera.

Como parte del ciclo de Ciencia viral, y las Segundas Jornadas de Sensibilización en el marco del Día Internacional de la Mujer, se explicó en la exposición cómo interpretar la información científica de manera que no se perpetúen estereotipos que excluyan, denigren o violenten.

“Hay que evitar que los nuevos hallazgos de la neurociencia se usen para enunciar verdades que perpetúen la desigualdad en la sociedad, por lo que hay que movernos de lo binario a lo multidimensional. Nuestra naturaleza cataloga en forma binaria, pero la naturaleza rara vez manifiesta los fenómenos de forma binaria; al contrario, son continuos o espectros, asuntos multidimensionales”, explicó la especialista en neurociencia cognitiva.

 

La idea de que los cerebros de las mujeres funcionan de forma distinta a los de los hombres surgió mucho antes de que existieran métodos para observar la actividad del sistema nervioso. “Lo que significaba el modo de justificar para mantener los roles sociales que relegaban a la mujer al hogar y al cuidado de los hijos, alejándola de la vida intelectual”, destacó.

Un ejemplo, precisó, fue lo que el neurólogo Paul Broca determinó a partir de un análisis del tamaño de los cerebros. “Pesó 292 cerebros de hombres y los comparó con 140 de mujeres. Encontró una diferencia de 180 gramos. Su interpretación fue la ‘confirmación inequívoca’ de la inferioridad de la mujer. Lo que hoy se sabe es que el tamaño del cerebro es en proporción al tamaño del cuerpo de la persona. El científico no corrigió esta interpretación y su argumento fue que se sabía que las mujeres son menos inteligentes que los hombres”.

Entre 1967 y 2008, refirió, “se hicieron estudios que tenían como hipótesis que las diferencias en hormonas prenatales determinan el cableado del cerebro detrás de la identidad de género, la sexualidad y los intereses según el sexo. Éstos iban de la mano también con la psicología evolutiva que dice que, para la supervivencia del ser humano, la mujer tuvo que quedarse en ciertos roles y los hombres en otros”.

Todo lo anterior llevó a la publicación de libros de autoayuda como Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus (del autor estadunidense John Gray), que toman un poco de la evidencia científica, de las teorías, “para confirmar que los hombres y las mujeres son distintos, lo que genera una separación de la sociedad, excusas para no entendernos, y para vernos como una especie dividida, somos de diferentes planetas y no tiene caso entendernos”.

La neurociencia, apuntó, ha detectado algunas diferencias. En la neuroimagen funcional se ha visto mayor activación en mujeres con estímulos con cargas emocionales. Y en relación con la conducta, “los hombres tienen mejor desempeño en tareas sensoriomotoras y habilidades espaciales; las mujeres tienen mejor desempeño en tareas mediadas verbalmente y mayor capacidad de empatía y comprensión social, pero se ha notado que también las pueden tener los hombres. Este tipo de afirmaciones tienen implicaciones sociales”, aseguró.

Otras diferencias se hacen evidentes, mencionó, “en cómo se manifiestan las condiciones neuropsiquiátricas, enfermedades como el autismo, TDHA, dislexia, Tourette, abusos de sustancias, que son más comunes en hombres; en cambio, la depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, anorexia nervosa, son más comunes entre las mujeres”.

Lo anterior ha sido analizado por tres neurólogas: Daphna Joel, quien ha comparado cerebros entre hombres y mujeres y propone lo que se define como mosaico cerebral; es decir, “no hay cerebro femenino ni masculino, sino que los cerebros son un mosaico en donde puede haber características que se presentan más comúnmente en los hombres o más comúnmente en las mujeres”.

Por su lado, Cordelia Fine acuñó el término neurosexismo, que se refiere cuando alguien utiliza datos científicos para justificar prejuicios y visiones sexistas; y Gina Rippon, autora de El mito del cerebro con género, en donde se refiere a la sobreinterpretación de los datos. “Todas ellas han derribado la idea de lo binario y puesto sobre la mesa lo multidimensional de ambos cerebros”, concluyó.

La investigadora Fernanda Pérez es médica cirujana por la UNAM, y doctora en neurociencias por la Universidad McGill. Su trabajo de investigación en neurociencia cognitiva se ha publicado en revistas científicas y sus textos de divulgación en medios de comunicación mexicanos y canadienses.

 

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