El Club de Robótica es una actividad extracurricular que surge por “la preocupación y el gusto de darle algo complementario a los jóvenes, para que pudieran trabajar con motivación en la resolución de problemas de matemáticas o de física”, pensado para que se inscribieran por el puro gusto de aprender, destacó el secretario general del plantel, Manuel Odilón Gómez Castillo.
Previo al confinamiento, dijo, las actividades del club se daban en la parte alta de la biblioteca, actualmente se dan a distancia por las plataformas Zoom o Teams, lo que no cambió fue el horario, sigue siendo impartido de 13 a 15 horas. Actualmente trabajan con simulaciones de robot y con algunas estructuras de mundos virtuales.
“Adquirimos una impresora 3D que imprime los diseños que los alumnos arman o diseñan en estos programas de simulación como Arduino, para que desarrollen sus propios dispositivos”. Lo que imprimen se queda en el club para cuando se pueda volver vean su trabajo, acotó.
El club, destacó, trabaja con la Federación Mexicana de Robótica y el plantel ya ha ganado el Torneo Mexicano de la especialidad. Estos concursos son complejos y sirven para que el alumno lleve su conocimiento a problemas reales, por ejemplo: búsqueda y rescate, hacen una simulación en donde el robot tiene que buscar a las víctimas de un temblor, para lo cual lo programan para que detecte calor o pueda ingresar a lugares poco accesibles.
“Antes empezamos con legos, que era lo único que había educativo y divertido, pero ahora tenemos varios programas que nos permiten codificar a los robots, sobre todo usar los materiales para que cobren vida, por así decirlo, los y las chavas los hacen a base de policarbonato, madera o acrílico”, detalló.
Lo que les encanta, expuso, es la creatividad de los jóvenes y ese plus los ha llevado al Robo Cup, un proyecto internacional para promover competencias, en el que pueden integrar los conocimientos de investigación y educación de robots autónomos e inteligencia artificial, como en Vallejo, donde han ganado el Torneo Mexicano, han podido participar en este proyecto en Singapur, Holanda y Turquía.
Claramente, los concursos son un gran incentivo, pero lo mejor es el aprendizaje que se adquiere entre profesores y alumnos, porque ahí estamos todos aprendiendo, “el club es para quien tenga la curiosidad de conocer algo nuevo, no se necesita tener conocimiento previo sobre codificación, sólo ganas y ser constantes”.
