hábitos de estudio

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Contribuyen la disciplina, la constancia y los límites

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Los hábitos de estudio son la repetición sistematizada y organizada de actividades que van a facilitar el estudio de los conocimientos que los alumnos adquieren en clase, aunque se piensa que se forman en los primeros años, no hay que preocuparse, pues los jóvenes están a tiempo de ampliar sus habilidades, consideró Sandra López Cotero.

En la charla “¿Cómo desarrollar hábitos de estudio en mis hijos?”, organizada por la Dirección General de Orientación y Atención Educativa (DGOAE), la pedagoga aclaró que como padres no somos nosotros quienes podemos desarrollarles esos hábitos, sólo apoyarlos en lo que ellos tengan que hacer para alcanzarlos.

Hay factores que intervienen en la adquisición de hábitos y el fortalecimiento de éstos, como los valores del respeto, la responsabilidad, la honestidad y la confianza, puntualizó durante su participación en el ciclo Escuela para padres, que estuvo enfocada en los factores que influyen en el desarrollo o no de estos hábitos.

Comenzó por señalar que un hábito, según la Real Academia de la Lengua, es un modo especial de proceder o conducirse, adquirido por la repetición de actos iguales y semejantes, es una acción que se realiza tantas veces que se vuelve mecánica, “los hábitos no sólo se refieren al estudio, podemos tenerlos en la alimentación, en la higiene, vestimenta o lenguaje”, recordó.

La administración del tiempo es un factor importante, los chicos tienen que organizarse bien para todas sus actividades, familiares, personales, pero sobre todo dedicar un tiempo al estudio.

Las condiciones ambientales son importantes, a veces estudian en un sólo lugar, pero en ocasiones no tienen un espacio o tiempo definido, incluso pueden influir cuestiones climáticas, si hace frío o calor, que no haya una ventilación adecuada, luz natural o eléctrica, privacidad, todos esos elementos influyen para que los chicos se distraigan, no logren concentrarse y estudien, afirmó la licenciada en Pedagogía por la UNAM.

“Hay que considerar también la salud física y mental, pues debido a la pandemia han surgido circunstancias que han distraído a los jóvenes y a sus padres, con repercusiones para ambos; los estudiantes se sienten agobiados, encerrados, desesperados porque quieren salir, aunque comprendan que lo mejor es estar en casa”, apuntó.

Y es aquí donde entra en juego el apoyo familiar, la confianza en sus padres, que no sientan temor, que exista una comunicación abierta, preguntarles cómo se sienten, evitar los interrogatorios, hacerlos sentir que, aunque se equivoquen, vamos a apoyarlos, pero tendrán que asumir su responsabilidad y aprender que todos los actos tienen consecuencias.

Según la académica del plantel 2 de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), nuestras expectativas como padres son que tengan hábitos y para ello debemos apoyarlos para que tengan disciplina y sean constantes en lo que se propongan, que haya límites y que incluso sean ellos mismos quienes los pongan, una ventaja es que van a tener un buen desempeño académico y entonces mejores calificaciones.

Eso es importante, pero más importante es que van a desarrollar habilidades para la vida, porque el estudio no es sólo para acreditar las asignaturas, son hábitos permanentes, pues los aplicarán en todos los aspectos de su vida.

La satisfacción por el logro de metas es importante, los estudiantes adquieren más confianza en sí mismos, de lo contrario se sienten frustrados e inseguros. Cuando no desarrollan esos hábitos corren el riesgo de tener un bajo rendimiento escolar, reprobar y rezagarse, lo cual los estresa, les crea sentimientos de inferioridad y les complica sus relaciones con amigos, pues mientras sus compañeros avanzan ellos tienen que quedarse atrás.

Por eso es importante que los chicos definan en primer lugar por qué estudian, si lo hacen por obligación o porque realmente quieren aprender y estar bien preparados para el futuro y, en ese caso, entonces desarrollar una planificación día a día, para el corto, mediano y largo plazos, con horarios y espacios fijos, sin distractores, que les permitan ir consiguiendo sus metas y desarrollarse plenamente no sólo en el campo escolar, sino en todo lo que se propongan.

Hay que recordar que además de mejorar el rendimiento académico, los hábitos de estudio promueven el desarrollo cognitivo y la capacidad de aprender con menor dificultad nuevos contenidos. Cuando se desarrollan en la niñez, favorecen más seguridad en sus capacidades. 

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