Uno de los momentos más difíciles para una persona es definir qué quiere desempeñar en su vida.
Cuando este camino es el teatro, hay ciertos puntos que pueden tomarse en cuenta para potenciar esta decisión.
Quisiéramos enumerar algunos a modo de guía, como una suerte de orientación para quien considere alguna de las áreas teatrales como su línea profesional.
1. Identificar qué me atrae del teatro
Sí, sabemos que nos gusta el teatro y eso ya es un paso. Pero cuando se trata de adentrarse en este mundo, descubrimos que hay muchas áreas en una puesta en escena; por ejemplo: la dirección, actuación, vestuario, etcétera.
Cuando nos decidimos por esta profesión es indispensable preguntarse: ¿qué de todas las actividades que conlleva una puesta en escena es la que más me atrae?, ¿en cuál me considero más diestro?, ¿en cuál más necesario?
2. ¿Cómo me visualizo?
Después de considerar el punto anterior, podemos proyectar una imagen de nosotros realizando esta tarea. ¿Estoy parado en el escenario interpretando un personaje o estoy detrás de la computadora escribiendo diálogos y situaciones que me vienen a la cabeza, o diseñando un hermoso vestido ensangrentado para Lady Macbeth?
Enfocaremos las siguientes consideraciones para la actuación, pero pueden trasladarse fácilmente a cualquier otra área creativa.
3. Entrenar mis emociones
Las emociones son material fundamental de los actores y, cuando hablamos de drama, éstas surgen en momentos de conflicto.
Por ello, un primer ejercicio es reconocer cómo me siento en este momento. ¿Hay algún conflicto o estoy en calma?
Es necesario decirlo de una vez: en el teatro lo interesante está cuando las cosas no van bien para los personajes y necesitan desesperadamente algo.
Las emociones negativas son el síntoma de una carencia. ¿Qué carencias me son perceptibles y qué emociones conllevan?
4. Entrenar mi cuerpo
El cuerpo es el medio de expresión de un actor -de su voz, pensamiento y emociones- y requiere un entrenamiento adecuado.
Realizar una actividad física nos ayudará a descubrir nuestras posibilidades motrices. Además, podemos explorar en la imitación de gestos y tonos de voz.
Cantar es otro tipo de entrenamiento. Los directores siempre aprecian que un actor tenga nociones musicales.
5. Identificar experiencias
Como punto de partida para construir una escena, es necesario enlazar lo que está pasando el personaje y nosotros.
No se trata de que hayamos vivido lo que el personaje sino simplemente de asumir: ¿cómo reaccionaría si esto me pasara a mí?
Stanislavski es el gran observador de esta línea de actuación, de donde se derivan todas las demás. Reconocer lo que hemos pasado puede ser una herramienta para la construcción artística.
6. Hacer un ejercicio de apreciación
Es importante asistir al teatro y leerlo. Lo ideal sería presenciar todas las puestas en escena que estén a nuestro alcance y tratar de responder: ¿por qué me gustó esta obra o por qué no me gustó? ¿Cuál es su fortaleza o debilidad?
Esto irá refinando nuestro criterio del tipo de teatro que queremos hacer y de las herramientas con que contamos.
7. Inscribirme a un taller de teatro
De nada sirve la teoría si no se comprueba con la práctica. La mejor manera de corroborar tanto nuestra atracción por la escena y desarrollar herramientas es acercándonos a un taller o compañía teatral.
En el Colegio de Ciencias y Humanidades, cada uno de los planteles cuenta con una amplia variedad de talleres de teatro. ¡Acércate y comienza a entrenarte!
8. Ejercitar la autopercepción
El teatro es un vehículo de autopercepción, pues constantemente nos invita a ser conscientes de quiénes somos y qué queremos con lo que somos, y con estos elementos, comprender al otro: el personaje. La actuación, como arte, es el mayor rasgo de compasión.
9. Abrazar la decisión
El camino de las artes no es sencillo. El teatro no es la excepción; no obstante, el tipo de experiencia que se vive en el escenario es singular e irrepetible, de ahí que terminemos con una observación de la dramaturga mexicana Luisa Josefina Hernández: “El arte no es para cobardes”.