Algunos textos generan o rescatan mitos urbanos

Lo monstruoso de la mano de lo sublime

Algunos textos generan o rescatan mitos urbanos

Lo monstruoso de la mano de lo sublime
Algunos textos generan o rescatan mitos urbanos

Leo Ciudad fantasma, levanto la mirada y estoy sentada en la punta de la pirámide redonda que está frente a mi casa, tengo las piernas abrazadas a mi pecho, las víboras me rodean, una escala hasta mi cara, la atrapo en el aire; la estranguló con la mano izquierda y me la como. Cierro los ojos y trato de recordar alguna de las salidas literarias que proponen los autores incluidos en la compilación hecha por Vicente Quirarte y Bernardo Esquinca, pero nada allí se parece a esta pesadilla.

Ahora camino por las calles mohosas del centro de la Ciudad de México, ramilletes de charales crecen en los muros de la Catedral hinchada de agua. Estoy sola, todos han huido, pues una mujer misteriosa aúlla de dolor por las noches, no se sabe por qué. La Llorona aparece y siento que mi patria original yace dormida y yo, uno de sus frutos, vago sobre ella como alma en pena. Quizá sólo los dioses de otros tiempos me pueden sacar de esta situación.

Ciudad fantasma es una muestra de textos que transcurren principalmente en el centro de la Ciudad de México o en sus cercanías. En ellos está instalado lo monstruoso de la mano de lo sublime. Los aparecidos que habitan los agujeros de esta ciudad-libro son producto del sincretismo.

Algunos de los textos logran generar o rescatar mitos urbanos; otros son lecciones de narrativa como “Teoría del Candingas” de Salvador Elizondo y “Bodegón” de Guillermo Samperio. Por otro lado, antiguas deidades prehispánicas ocupan cuerpos comunes en “La noche de la Coatlicue” de Mauricio Molina, y una pareja de rusos arrendatarios desaparece en los espejos de su hogar en el texto beckettiano de Bibiana Camacho. También leemos la historia antecedente del cuento “Aura” de Carlos Fuentes, aquí de la pluma de Alfonso Reyes: “La cena”.

El libro consta de veintitrés cuentos de autores alejados en el tiempo y con visiones disímiles de la literatura, tal es el caso de Artemio del Valle Arizpe y su redacción clásica en el texto “La Llorona” en contraste con “En el nombre de nosotros” de Luis Jorge Boone.

Los cuentos del volumen nos revelan la cara oculta de la urbe que guarda en sus entrañas decenas de ídolos prehispánicos y manifestaciones colectivas del horror. Lo que me parece acertado de la antología son los criterios para realizarla; al parecer los compiladores hicieron una revisión exhaustiva del material existente. Parece que leemos los relatos fantásticos más representativos sobre la Ciudad de México, sin criterios de grupo, aunque faltaron textos.

Ciudad fantasma es un páramo de la imaginación, libro-metrópoli que alberga potencias naturales capaces de modificar el paisaje; es un primer mapeo de las pulsiones y neurosis humanas que hay en los huecos; los escombros de lo que antaño fuera un lago.

Hace poco un amigo me reveló que el área donde vivo no existe, legalmente hablando, pues fue construida sobre una zona arqueológica. La primaria en la que estudié está a un lado de mi casa, tampoco existe, y quedó inhabilitada tras el último temblor; el lugar ha sido ocupado por drogadictos. Por las noches se escuchan pequeños derrumbes y quejidos. Ya van dos niños que desaparecen cerca de ahí. Curiosamente, después de cada desaparición, junto a la ropa de los chiquillos, hay serpientes sin cabeza.

Esquinca, B. y Quirarte, V. (2017). Ciudad fantasma. Relato fantástico de la Ciudad de México (XIX-XXI). Almadía.

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