Con una invitación a ser parte del gran número de científicos que han egresado del Colegio de Ciencias y Humanidades, María Félix Ramos Ordóñez, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, se dirigió a los estudiantes del plantel Sur, escuela de la que, en su momento, formó parte.
Y es que fue aquí donde ella se decidió estudiar lo que más le apasionaba: la Biología, o como ella lo señaló: los bichos, un gusto que la ha llevado a especializarse en el área y que compartió con los cecehacheros, ante un escenario ambiental que requiere de atención, pero sobre todo, de jóvenes en la ciencia, como lo subrayó.
La charla, que formó parte de las actividades del Programa Jóvenes hacia la investigación en Ciencias Naturales y Matemáticas, versó sobre uno de los fenómenos ambientales que sufrió gran parte del territorio nacional: las altas temperaturas durante la primavera y el verano de este año y que en la capital del país fue inusual, con el fin de generar acciones que contrarresten esta problemática.
Las consecuencias que trajo consigo tal escenario fueron recordadas en la charla, entre ellas, daños a la salud, el elevado riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, insolaciones, deshidratación y muertes por golpes de calor.
Aunado a lo anterior, explicó que el efecto de isla de calor urbana complicó el escenario, ya que los materiales de construcción, como el hormigón o el asfalto, absorben y atrapan el calor, lo que provoca elevadas temperaturas en las ciudades. Dicha situación que se agrava ante la casi nula presencia de vegetación en la urbe, “es entonces que surgió una iniciativa ciudadana en las redes sociales: ¿Te unes al trend de sembrar arbolitos?”, resaltó.
Con este ejemplo, la investigadora invitó a los estudiantes a reflexionar, cuestionar y observar a su alrededor, con el fin de encontrar la respuesta, es decir, aplicar el método científico para saber si verdaderamente esta tendencia era correcta.
Teoría y método
La segunda parte de la charla se enfocó en el trabajo de observación, medición y contabilización en dos espacios abiertos, uno con mayor vegetación y otro casi nulo.
Los alumnos, distribuidos en equipos por varios minutos, atestiguaron la fauna y la vegetación de ambos sitios para después en un diálogo en grupo comparar sus observaciones, uno de los pasos que exige el método científico.
“En general hubo muy buena respuesta, me voy muy contenta. Es dejarles en la cabeza la inquietud de hacer ciencia y que a la larga tendremos buenos resultados. Tal vez hoy no lo vemos, pero lo veremos en diez en 15 años, estoy segura que muchos de los que hoy participaron se acercarán a la ciencia y serán sobresalientes en estos ámbitos”, destacó Ramos Ordóñez.
La especialista consideró como muy útil “que nuestros chicos empiecen a ver el problema que tenemos en cuanto al cambio climático, la desertificación, porque ellos lo enfrentarán muy fuerte”.
Por su parte, Leonardo Alazañez Pérez y Ángela Bermúdez Elizondo, estudiantes de quinto semestre, se congratularon por este tipo de prácticas.
“Nos gustó mucho el conectar con la naturaleza, ver aquellas zonas frescas y observar los insectos. La verdad, estuvo divertido ver de esta forma la ciencia. Fue como una clase diferente a como siempre la tenemos, tuvimos una practica de campo, observamos, contamos y al final pudimos responder a las preguntas iniciales”.
La actividad concluyó con una invitación a seguir e integrarse a las actividades del Programa Jóvenes hacia la Investigación en Ciencias Naturales y Matemáticas, que son coordinados por la maestra Marina Ruiz Boites, en el plantel Sur.