Las masculinidades de ayer siguen siendo las masculinidades de hoy y la violencia masculina sigue afectando a mujeres, niños, adultos mayores y comunidad LGBTTTIQ+.
Esas fueron dos de las premisas planteadas en la plática “El costo de la masculinidad hegemónica”, a cargo del doctor en neurociencia Jorge Alberto Álvarez Díaz, quien también es profesor e investigador de atención a la salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco y médico sexólogo clínico con maestría en sexualidad.
Durante su charla, enmarcada en los Jueves para la igualdad del plantel Vallejo, Álvarez Díaz detalló y analizó cuáles son los roles asociados a la feminidad y a la masculinidad más comunes en la cultura y que, lamentablemente, siguen vigentes.
En el caso de las mujeres, los roles culturales las califican como “biológicamente inferiores”, además, “deben ser pasivas y sumisa, son calmadas y estáticas, son afectuosas, emotivas y cálidas; también son temerosas, son dependientes y necesitan apoyo masculino. Son ansiosas y alteradas, tienen aptitudes para el trabajo manual y son subjetivas e irracionales”.
En el caso de los hombres, mencionó el especialista, “son biológicamente superiores, pueden ser agresivos y dominantes, son activos y dinámicos; asimismo, son poco afectuosos, inexpresivos y frívolos, aunque son valientes e independientes, no necesitan ayuda, son más controlados, tienen aptitudes para el trabajo físico y son objetivos y racionales”.
Debido a esta lamentable realidad, señaló el académico, “tiene que haber un comportamiento de género, por la mortalidad más alta en hombres respecto a las mujeres, ya que estos tienen una mayor tendencia a cometer suicidio, debido a la represión de sus emociones”.
Si identificamos a la masculinidad hegemónica con algo, subrayó, “es con cisheteropatriarcado, es decir, debe reunir los elementos cisexuales, cisgenéricos y heterosexuales para ser lo más hegemónico dentro de lo hegemónico. Es una masculinidad heterosexual y cisexual: Todo lo que no quepa aquí es menos”.
Álvarez citó al educador canadiense Michael Kaufman, quien explicó con un triángulo la violencia masculina: en un lado, la violencia de los hombres contra las mujeres; en otro, la violencia de hombres contra otros hombres, y la violencia de un hombre contra sí mismo.