Guernica

Prolífico autor argentino

En el texto del escritor, la felicidad en la literatura puede estar ligada al delirio

Prolífico autor argentino
En el texto del escritor, la felicidad en la literatura puede estar ligada al delirio

La muerte del planeta está programada. En ese caso, sobrevivir un instante en el otro podría ser absurdo dado que todo se convertirá en un plasma inerte apenas sensitivo; en dicha total, quizá. 

Admiro a esos escritores que pueden estar en aislamiento neurótico y viven para la posteridad como el argentino César Aira. Me conmueven esos seres condenados a expresar todo lo que ocurre en su alma a través de la escritura. Me intriga el Aira obsesivo compulsivo, siempre hiperbólico en sus escritos. Lo pienso escribiendo todo el día, como enajenado, enredos dictados por una conciencia escritural futura que se ríe de él, mientras lo observa como un gigante a un niño. 

Cuánta ternura hay en sus relatos, una especie nueva de felicidad brota de ellos y consiste en habitar realidades cuya lógica cambia a cada frase. Al leer El cerebro musical sospeché que la vida conocida terminó hace mucho tiempo, ¿será que Aira nos escribe y, al hacerlo, prolonga un poquito más nuestra existencia?

César Aira ha sido muchas veces criticado por ser muy prolífico, pero eso da la oportunidad de pensar su obra como un organismo total que se borra y escribe, al tiempo que genera edificios narrativos inéditos. Tener tanto que decir siempre me ha parecido una condena: alguien no puede dejar de parir seres de letras, cual Prometeo que pierde cada día sus entrañas. En Cerebro musical cada relato es un reto a la lógica imperante, quien lo lea no podrá dejar de reír; ahora esa escritura vive en mi pecho tibio y apretado.

En los textos de Aira no sobresale el dolor de la carne ni la tortura sicológica, dada la tendencia hacia la solución menos plausible, la sensación que queda es de carácter sensual. Hay luz en mí cuando pienso en “El perro”, “Mil gotas” y “El carrito”. El primero es la historia de un hombre que va en el transporte público mientras un perro lo persigue. El animal adquiere dones físicos sobrenaturales y se presenta ante el hombre como un doble dispuesto a vengarse. “Mil gotas” es un cuento en el que una serie de residuos pictóricos surgen de la Mona Lisa y adquieren conciencia propia al tiempo que se distribuyen por todo el mundo. Cada gota tiene una vida ya sea común; ya sea extraordinaria. Todo termina en una danza cósmico-sexual. En “El carrito” es lindo ver cómo un carrito de supermercado aparece primero como una manifestación divina y después como el “malito” de la historia.

Al leer Cerebro musical me di cuenta que la felicidad en la literatura puede estar ligada al delirio. Aira logró alterar mi percepción del mundo, la volvió bailarina. Cerebro musical es una mezcla de profundidad y ligereza. Cuando pienso en los relatos de este volumen imagino una pluma blanca cayendo lentamente sobre mi frente.

César Aira es un prestidigitador de la lengua, su literatura lo rebasa y pone su yo a la intemperie. Todo mojado Aira y su yo se arrastran entre la influencia de Felisberto Hernández, Mario Levrero, Juan Rodolfo Wilcock y Witold Gombrowicz. Del primero hereda la bondad, la ingenuidad y la felicidad; del segundo y el tercero, la lógica narrativa a la que le imprime el caos propio de la literatura de Gombrowicz. Aira invita, en actitud onanista, en El cerebro musical, a reflexionar sobre los mecanismos de la ficción al tiempo que asombra.

 

REFERENCIA

Aira, C. (2017). Cerebro musical. Random House.

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