AutorRubén Bonifaz Nuño

Fue un magnífico traductor

Investigador emérito de la UNAM y director general de Publicaciones

Fue un magnífico traductor
Investigador emérito de la UNAM y director general de Publicaciones

Este 2023, Rubén Bonifaz Nuño estaría cumpliendo 100 años de vida. A lo largo de su carrera como universitario, fue miembro creador de los centros de Lingüística Hispánica y Traductores de Lenguas Clásica y Estudios Mayas y director del Seminario de Estudios de Descolonización de México y fue integrante de la Junta de Gobierno. Méritos por los cuales fue nombrado investigador emérito de la UNAM e Investigador Nacional Emérito.

Al maestro Bonifaz tuve la oportunidad de conocerlo, platicar con él, una tarde, junto a Carlos Montemayor y la esposa de este último, en la UNAM. Era un hombre sabio y bonachón, a pesar de lo mermada que estaba su salud y su vista; siempre tenía un comentario exacto y, en esa breve tarde, descubrí y conocí en persona a unos de los poetas mayores de la lírica mexicana.

Es, precisamente, en el género de la poesía de los que deseo escribir, pues Rubén fue un gran escritor, un poeta que creó sus propios ritmos y rimas, que creó sus acentos internos en el verso, para darle la rítmica que el poema necesitaba.

Siempre tuve un especial gusto por un par de libros suyos: El manto y la corona y Fuego de pobres, también, aunque en menor medida, La flama en el espejo.

 

¿Cuál es la mujer que recordamos

al mirar los pechos de la vecina

de camión; a quién espera el hueco

lugar que está al lado nuestro, en el cine?

¿A quién pertenece el oído

que oirá la palabra más escondida

que somos, de quién es la cabeza

que a nuestro costado nace entre sueños?

 

Hay veces que ya no puedo con tanta

tristeza, y entonces te recuerdo.

Pero no eres tú. Nacieron cansados

nuestro largo amor y nuestros breves

amores; los cuatro besos y las cuatro

citas que tuvimos. Estamos tristes.

Juntos inventamos un concierto

para desventura y orquesta, y fuimos

a escucharlo serios, solemnes,

y nada entendimos. Estamos solos.

 

Tú nunca sabrás, estoy cierto,

que escribí estos versos para ti sola;

pero en ti pensé al hacerlos. Son tuyos.

 

Ustedes perdonen. Por un momento

olvidé con quién estaba hablando.

Y no sentí el golpe de mi ventana

al cerrarse. Estaba en otra parte.

 

Esta labor y pasión poética también se vieron reflejadas en su labor como traductor, pues fue uno de los principales adaptadores al español de los clásicos grecolatinos como Ovidio y Homero, desde la trinchera de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana.

La figura de Bonifaz Nuño es fundamental en el ámbito universitario de las humanidades, pues también fue de los fundadores del proyecto que  hoy es el Colegio de Ciencias y Humanidades, junto a otros notables intelectuales, reunidos por Pablo González Casanova.

A 100 años de su nacimiento, en Veracruz, resultaría fundamental para la comunidad del Colegio conocer y recuperar la obra de un humanista de primer orden, como lo fue Bonifaz Nuño, a quien le debemos la gran labor editorial de la Universidad de los años 60. Y, cierro, además de otro poema, con la legendaria frase de Carlos Illescas, en torno a Rubén: Al mal tiempo, Boni-faz.

 

Qué fácil sería para esta mosca,

con cinco centímetros de vuelo

razonable, hallar la salida.

 

Pude percibirla hace tiempo,

cuando me distrajo el zumbido

de su vuelo torpe.

Desde aquel momento la miro,

y no hace otra cosa que achatarse

los ojos, con todo su peso,

contra el vidrio duro que no comprende.

En vano le abrí la ventana

y traté de guiarla con la mano:

no lo sabe, sigue combatiendo

contra el aire inmóvil, intraspasable.

 

Casi con placer, he sentido

que me voy muriendo; que mis asuntos

no marchan muy bien, pero marchan;

y que al fin y al cabo han de olvidarse.

 

Pero luego quise salir de todo,

salirme de todo, ver, conocerme,

y nada he podido; y he puesto

la frente en el vidrio de mi ventana.

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