Cautivan Los hijos del dios del aire

Acaba presentación de tetratología

En la puesta en escena participaron docentes de todos los planteles; lograron cautivar al público

Acaba presentación de tetratología
En la puesta en escena participaron docentes de todos los planteles; lograron cautivar al público

El pasado viernes 17 de noviembre continuó el circuito de la tetralogía Las luces desaparecidas, del profesor Juan Alberto Alejos, en el plantel Vallejo.

Sus primeras tres obras se presentaron a las 13:00 horas y la última, Los hijos del dios del aire, arrancó a las 15:30 horas ante una Sala Vasconcelos llena y con un público dispuesto a disfrutar de la actuación de sus docentes.

En esta obra aparecen Lidia García Cárdenas en el papel de Elena Morales; Noemí Zepeda, en el papel de Magda; y Pedro David Ordaz, en el papel de El Hombre del Té. Los profesores llevan muchos años impartiendo las clases de TLRIID y Lectura y Análisis de Textos Literarios en el plantel Vallejo.

Además, en esta puesta en escena participan docentes de los cinco centros educativos: Tayde Mejía, del plantel Oriente, interpreta a Susana Dóu-Yù; Netzahualcóyotl Soria, de Naucalpan, da vida a Xavier García; Lulú Zamora Urbán y Alejandro Velázquez Hernández, del plantel Azcapotzalco, interpretan a Leonora García Dóu-Yú y a Julio, respectivamente. 

En esta producción trabaja también Paola Nieto, exalumna del plantel Azcapotzalco, quien hace un papel espectacular interpretando al personaje de Dany. En la coreografía con la que comienza la obra aparecen Mercedes de la Rosa y Natalia González Gottdiener, del plantel Oriente; María Elena Núñez, profesora jubilada de Naucalpan; y Roberto J. Espinosa, quien labora en el plantel Sur.

De acuerdo con la propuesta de su dramaturgo, aunque esta obra aparece al final de la tetralogía, se trata de la pieza con la que comienza toda la historia y nos explica el origen del pequeño pez azul, mismo que cambia de manos a lo largo de la obra y transforma el destino de quienes lo poseen.

La obra se centra en tres generaciones de mujeres quienes, con intereses muy diferentes, pero lazos de sangre en primer grado, ejercen presión sobre las otras para lograr lo que su propia dinámica familiar no les permite.

Leonora, la más joven de las tres, se ve obligada a decidir entre su vocación y las obligaciones que la tradición familiar le imponen. Este personaje, su conflicto, su situación y resolución es el más atractivo entre nuestra población estudiantil y, de alguna manera, su historia y la necesidad de contarla en nuestras aulas fue una de las razones principales por las que Teatro Isla de Próspero decidió que esta obra sería el primer montaje presencial para la comunidad.

Este drama está escrito en un tono realista, con una propuesta escénica que, sin ser sobre explícita, busca recrear el espacio de un restaurante chino en el que sucede la acción.

Parte de la belleza y equilibrio de este entorno radica en el uso de luminarias que forman parte del espacio y que visualmente apoyan la idea de luces que se extinguen conforme avanza la acción, aunque la oscuridad la hayamos presenciado en las piezas que le preceden.

Otro de los aspectos en los que se nota el cuidado para contar la historia es en el diseño de vestuario. Los personajes de Julio, Dany y Leonora, a través de la utilización de unos sencillos mandriles, nos convencen de su rol dentro del restaurante.

Por su lado, la Abuela Elena brilla utilizando distintos atuendos que reflejan la tradición china, sin llegar a ser originales, lo que apoya el conflicto del propio personaje; Susana Dó Yoù utiliza atuendos para cada ocasión, aunque los distintos conflictos del personaje se ven reflejados en su atuendo. Al concluir la obra, por ejemplo, la elegancia se transforma en luto tanto como el futuro de su personaje.

A pesar de los aciertos de la obra en cuanto a la producción, la calidad de las actuaciones es el punto más fuerte de esta propuesta.

La mayoría de quienes trabajan en esta obra llevan años estudiando teatro y actuación, ya sea a nivel licenciatura, o a nivel de cursos y talleres, lo que se nota en escena. No es fácil mantener la atención de un público como el nuestro durante los tres actos sin intermedios en los que se desarrolla esta puesta.

Sin embargo, los intérpretes de Los hijos del dios del aire logran cautivar a nuestro público adolescente, porque su propuesta está actuada desde la honestidad y creada para hablarles de frente y decirles: “no dejes que nadie apague tu luz”.

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