La exposición Cadáver fantasma, del artista Andrew Roberts (Tijuana, 1995), que forma parte de la programación de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, se presenta en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) hasta el 30 de noviembre de 2025. La videoinstalación combina arte contemporáneo, videojuegos, zombies y música para explorar las relaciones entre la realidad, la virtualidad y la cultura popular. Inspirada en un imaginario apocalíptico donde cuatro adolescentes gamers sobreviven como muertos vivientes, la obra fusiona cráneos fantasmagóricos, miniaturas, animaciones y una maqueta que evoca un mundo destruido, acompañado de música que recuerda las fiestas rave de los noventa.
Roberts reflexiona sobre cómo los videojuegos construyen ficciones que se entrelazan con la vida real, desdibujando las fronteras entre lo tangible y lo virtual. “Establezco al 2006 como punto de partida porque fue un momento clave en la cultura popular, coincidiendo con la guerra contra el narco en México. Esta ruptura entre la violencia mediática y la violencia ficticia me permite conectar pasado y presente”, explicó. Roberts destaca la importancia del gameplay como base de su obra, concebida como un juego de rol que invita al espectador a sumergirse en un universo postapocalíptico, complejo y crítico.
En un conversatorio realizado durante la inauguración, la artista y académica Sayak Valencia señaló: “Esta pieza demuestra que el arte puede reinterpretar la realidad para comprenderla mejor. Los videojuegos son nuestra mitología moderna, domesticando la sensibilidad, especialmente de los adolescentes. Además, Cadáver fantasma es una lectura sobre la experiencia fronteriza, no solo geográfica entre México y EU, sino también entre mundos ficticios”. Valencia destacó que la obra aborda temas como la masculinidad en el ámbito gamer, sumando capas de interpretación que enriquecen la experiencia del visitante.
Cadáver fantasma propone un espacio inmersivo y reflexivo, donde el espectador es confrontado con nuevas formas de entender la juventud, la memoria y la civilización, en un escenario donde los zombis son tanto espectros del pasado como avatares digitales del presente.