Imparten un taller con perspectiva feminista a alumnas de Naucalpan

Combaten estereotipos

Imparten un taller con perspectiva feminista a alumnas de Naucalpan

Combaten estereotipos
Imparten un taller con perspectiva feminista a alumnas de Naucalpan

Las mismas técnicas que por siglos sirvieron para crear el estereotipo de la creatividad y el ocio de las mujeres, adolescentes y niñas, ahora sirven para erradicar los falsos roles de género que aún imperan en la sociedad moderna.

Bordar, aquel vetusto y tradicional oficio de dibujar con estambre inserto en una gruesa aguja que avanza sobre una manta blanca, se ha convertido en una acción de resistencia y lucha ante las violencias, subraya Tania Sánchez, secretaria de Arte y Cultura del plantel Naucalpan, donde impulsan actividades como el Taller de Bordado con Perspectiva Feminista. 

Para Monserrat Osorio, alumna del mencionado centro educativo, su participación en este taller definitivo para lograr un entendimiento afectivo con las mujeres de su familia y la relación identitaria con su plantel y comunidad.

“El hecho de que nos brindaran un espacio —en la escuela— para mujeres me deja una enorme satisfacción porque me doy cuenta que nos consideran alumnas de tiempo completo al darnos este tipo de actividades y no sólo de un par de horas”, señaló.

Y agrega sobre su sentir dentro del taller: “en poco tiempo nos sentimos identificadas y empatizamos; no sólo aprendimos a bordar sino el por qué lo hacemos, cuál es el trasfondo y sobre todo que podemos expresar a través de él”. Sin embargo, la experiencia, apunta, se extendió fuera de la escuela y compartió con su madre sus actividades en el taller, lo que permitió que naciera un nuevo vínculo entre ambas.

 “Le compartí que podía ser una forma de protesta y me dijo que a la abuelita le gustaba tejer y buscamos sus aros y agujas y cuando los tuve los tomé. El hecho de continuar con ese gusto de mi abuela, desde una visión no patriarcal, ha afianzado las relaciones con ella porque lo estamos transformando de otra manera”, agrega la cecehachera de quinto semestre.

Jeremy Uribe, quien colabora con el área de difusión cultural del plantel Naucalpan y fue la responsable durante un mes del taller, confirma el ánimo de Monserrat: “en breve tiempo se logró un grupo solidario, animado y consciente”.

“Construimos un territorio imaginario llamado Narnia, el jardín del arte, la cultura y la docencia; un espacio abierto, guarida de gatos y pájaros; un ambiente fuera del aula, donde podíamos tomar café y reflexionar las diferentes violencias que nos atraviesan, pero sobre todo qué hacer, cómo relacionarnos para hacerles frente. Entonces reunirnos en Narnia es un acto de lucha y resistencia a través del compañerismo de la escucha y el bordado”, concluye.

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